Así hay que tratar el apagón con niños: “Perciben nuestras emociones con una intensidad sorprendente”
Varios portales especializados explican las claves para tratar con los más pequeños

Niños jugando en casa durante un apagón usando iluminación alternativa con panel solar / asphotostudio - freepik
Gracias a la solvencia del sistema eléctrico español y a la rápida intervención de las autoridades, el apagón que ha afectado a gran parte de España y Portugal el pasado 28 de abril ha tenido un impacto limitado en comparación con lo que podría haber sucedido si la interrupción se hubiera prolongado más allá de unas horas. Sin embargo, el breve colapso energético ha sido suficiente para despertar una inquietud generalizada. En muchos hogares, la escena se repitió: velas encendidas, silencio forzoso, niños preguntando, adultos intentando calmar sin saber del todo qué decir.
No era la primera vez que la incertidumbre se cuela en nuestros hogares: la pandemia, la reciente DANA en Valencia y la inestabilidad internacional han dibujado un nuevo mapa de vulnerabilidad. Y tras esta sucesión de eventos, muchas familias han empezado a prepararse de otro modo: con kits de emergencia, rutinas alternativas y, sobre todo, herramientas emocionales para explicar lo inexplicable a los más pequeños.
Aunque esta situación de corte masivo ha sido inédita en España, en países como Venezuela (donde los apagones prolongados han marcado la vida cotidiana) ya se han desarrollado estrategias y recomendaciones específicas para proteger la estabilidad emocional de los niños cuando la luz se apaga.
Según la psicóloga Janet Alizo, en declaraciones recogidas por Prodavinci, los niños no buscan grandes explicaciones técnicas ni necesitan entender el origen político de la crisis. Lo que necesitan es “seguridad, afecto y una situación estable que les permita sentir que todo está bien”.
Lo primero: calma y contención
Desde la web Actividades de Infantil y Primaria, recomiendan que lo más importante durante una situación como esta es que los adultos mantengan la calma: “Los niños perciben nuestras emociones con una intensidad sorprendente”.
Por eso se aconseja hablar con serenidad, usar palabras adecuadas a su edad y transmitir que se trata de algo pasajero. Frases como “Estamos seguros y juntos, eso es lo más importante” ayudan a construir un entorno de tranquilidad.
Rutina, incluso sin luz
Uno de los efectos inmediatos de un apagón es la ruptura del ritmo cotidiano. Sin televisión, sin internet, sin electrodomésticos, el día parece detenido. Pero precisamente por eso es esencial crear una rutina temporal. Establecer horarios aproximados para comer, jugar o descansar ayuda a sostener un mínimo de estructura, como sugiere el artículo de Actividades de Infantil y Primaria.
Pequeños gestos como hacer un picnic en el salón, leer cuentos a la luz de una linterna o cantar canciones pueden convertirse en momentos memorables y, sobre todo, en anclas de estabilidad.
Jugar para procesar el miedo
El juego no es solo entretenimiento; es también una forma de procesar lo que ocurre. El psicólogo Abel Saraiba, coordinador del programa Creciendo sin Violencia de Cecodap, subraya que “el juego no solo es un derecho, también es una necesidad”.
La propuesta de irtual.iesa.edu.ve es clara: volver a los clásicos. Juegos como “STOP”, “El ahorcado”, las charadas o las sombras chinescas son alternativas que requieren poco más que lápiz, papel y creatividad. Si el entorno lo permite, incluso salir al aire libre a jugar al escondite o disputar un partido improvisado puede aliviar tensiones y devolver algo de normalidad.
Explicar sin abrumar
No siempre es fácil encontrar el tono adecuado, pero el silencio, en este contexto, no ayuda. Explicar lo que ocurre de manera sencilla sin alarmismo pero con honestidad es fundamental.
Desde Prodavinci, Alizo propone hablar del fallo eléctrico como algo técnico pero comprensible: “la electricidad es generada por máquinas muy grandes, y a veces esas máquinas fallan”. Usar comparaciones creativas (como que la electricidad funciona como una gran orquesta que se ha quedado en silencio) puede despertar la curiosidad sin añadir angustia.
Y aunque los adultos no tengan todas las respuestas eso no les impide ofrecer contención: “No te preocupes, estamos aquí cuidándote”.
Validar lo que sienten
Es normal que un niño se asuste. Que pregunte si la luz va a volver. Que llore porque no puede jugar con su consola. Lo importante es no minimizar lo que siente. “Entiendo que te dé miedo la oscuridad” es una frase que puede marcar la diferencia. Así lo indican tanto los expertos de Prodavinci como el equipo de Actividades de Infantil y Primaria, que coinciden en la necesidad de escuchar, validar y acompañar emocionalmente.
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