No es la Alhambra, es un balneario y está en Murcia: "Uno de los más bonitos de España"

Uno de los regalos más fascinantes que ha dejado la convivencia de distintas culturas y religiones a lo largo de los siglos en España es su espectacular patrimonio arquitectónico. Gracias a esa diversidad hoy podemos maravillarnos ante joyas como la Alhambra de Granada, la Mezquita de Córdoba o decenas de construcciones que han logrado sobrevivir al paso del tiempo, dejando una huella imborrable en la historia y en el paisaje urbano.

Sin embargo no todas las maravillas arquitectónicas del país son tan conocidas. En los últimos días un rincón escondido de la Región de Murcia ha empezado a despertar la curiosidad de muchos viajeros gracias a una publicación de la revista National Geographic: el Balneario de Archena. Aunque lleva siglos en funcionamiento, para muchos sigue siendo un auténtico descubrimiento. Situado en un meandro del río Segura, rodeado de un paisaje árido y palmerales, este complejo no solo ofrece aguas termales con propiedades medicinales, sino también una arquitectura que recuerda al esplendor nazarí de la Alhambra.

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La historia del lugar se remonta a tiempos de los íberos, allá por el siglo V a.C., cuando ya se aprovechaban las aguas termales que emergen a más de 50 grados de temperatura tras un lento viaje subterráneo de milenios. Más tarde los romanos también pusieron su huella aquí, construyendo las primeras termas y acueductos que quedaron documentados en inscripciones de la época. De hecho se sabe que esta zona fue un paso clave en las rutas comerciales hacia el interior de la península.

Pero no fue hasta el siglo XIX cuando el Balneario de Archena empezó a transformarse en lo que conocemos hoy. Entre 1858 y 1878 se llevaron a cabo profundas renovaciones de la mano de arquitectos como José María Aguilar y Vela. Durante esa etapa se introdujo el estilo llamado neonazarí, una corriente estética que recreaba el arte islámico y que se plasmó en elementos como la cúpula octogonal de mocárabes, que evoca a los palacios andalusíes.

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Hoy el balneario ocupa unos 200.000 metros cuadrados y funciona casi como un pequeño pueblo dedicado al bienestar y la salud. Aparte de sus piscinas termales (donde uno puede bañarse en las mismas aguas que disfrutaron íberos y romanos) el complejo también ofrece circuitos de spa, tratamientos de lodo con propiedades antiinflamatorias, zonas de agua salada, saunas e incluso un iglú para los que buscan contrastes extremos. También dispone de espacios exclusivos para parejas, varios hoteles, jardines mediterráneos con naranjos y laureles, y hasta un casino para redondear la experiencia.

Lo más impresionante no es solo la variedad de servicios, sino la sensación de estar inmerso en capas de historia superpuestas: desde la tradición romana del baño público, pasando por la influencia de los hammams islámicos, hasta llegar a la moderna balneoterapia.