A sus 33 años, la catalana Dulceida (el alter ego de Aida Domènech) es la 'influencer' española con mayor proyección, con más de 3,2 millones de seguidores en Instagram. Fue una de las 'it girls' pioneras y en sus redes se atreve a abordar cualquier asunto personal, desde la bisexualidad a su sonada ruptura, tras siete años de relación, con Alba Paul Ferrer. Pero es también una empresaria al frente de una agencia de representación (que gestiona junto a su madre), tal y como muestra 'Dulceida al desnudo', el 'docurreality' de cuatro episodios de Amazon Prime Video en el que la vemos en todas sus facetas... y en su peor momento sentimental. Se estrena este viernes 4 de noviembre. Un trabajo que sirve, de paso, para desmitificar el universo de los 'influencers': la carrera de Dulceida por París ataviada de lo más 'fashion' para no llegar tarde al desfile de Dior deja entrever las bambalinas de un mundo del que solo vemos siempre la mejor cara.

En las redes la gente muestra su mejor cara pero usted aquí aparece en uno de sus peores momentos, tras su ruptura sentimental. ¿Ha roto el código del manual del buen 'influencer'?

En las redes, sobre todo en Youtube, me he mostrado siempre de todas las maneras, aunque lo que más suba sean cosas bonitas. Se me ha visto llorando, enferma, con filtro, sin filtro… Pero el documental va mucho más allá porque me han hecho un seguimiento de meses durante 24 horas al día. Estaba en un momento bastante difícil y ahora, cuando lo veo, me gusta comprobar la evolución que tengo: cómo empiezo, cómo me escondo en el trabajo y cómo lo voy afrontando y superando.

Durante la docuserie llora mucho. ¿También ha llorado cuando la ha visto?

Sí. Sobre todo con el segundo capítulo, el más personal, en el que sale mi abuela. ¡En la 'premiere' menos mal que solo vemos el primero porque el siguiente no sería capaz de verlo con tanta gente!

¿Le ha sorprendido verse tan vulnerable?

Sí, ahora que estoy mucho mejor, verme así me impactó. También me sorprendió verme trabajar desde fuera.

Ha hablado de su ruptura, de su inflamación del clítoris... ¿Hay un límite?

Sí. Grabábamos todas las semanas y yo siempre pedía tres días libres para estar con mis amigos, con nuestros cotilleos, y con dramas personales que no hacen falta mostrar. Me preguntan mucho si me da miedo que no haya límites y yo estoy tranquila porque considero que sí los hay.

También la vemos en terapia. ¿La empezó con la ruptura o la necesitó antes por la exposición a la que le aboca su trabajo?

Empecé cuando me vi rota y tan mal. Rompimos en julio y empecé la terapia en agosto, así que ya llevo como un año y algo.

¿Debería haber ido antes?

Claro. Pero no era consciente. Yo decía: estoy bien, para qué voy a ir. Pero en realidad, con el trabajo y la vida que tengo, debería haber ido mucho antes. Pero bueno, nunca es tarde. En mi sector, casi todo el mundo, el 90%, vamos a terapia, porque estás muy expuesto. Es un mundo difícil para las cabecitas. Para mí es el mejor trabajo del mundo, pero tiene esa cara que no es tan buena, como se ve en el documental.

Como cuando debe ir al juzgado porque ha denunciado a una 'hater'. ¿Le afectan mucho las críticas o intenta no leer los comentarios?

Todas las personas públicas tenemos 'haters' y la mayoría de cosas que dicen me dan igual. Se meten con mi cuerpo, con mi trabajo... Pero yo estaba muy mal y esa persona se encargó de hacer como su ejército para derramar odio, era un acoso y derribo inaguantable. Y dije: esto no lo voy a pasar, porque me estaban haciendo daño. Sin conocerme y seguramente porque es megafan, porque si a ti alguien te cae mal, no estás las 24 horas pendiente de su vida. Decidí que debía poner remedio y todavía continuamos con el proceso.

"Confesar que era bisexual fue un punto de inflexión total"

Su madre llega a ponerle seguridad. ¿Ha temido por su integridad?

Acababa de pasar el juicio y esa persona no se había presentado. Yo me iba al Festival de Málaga, donde hay mucha gente, y me daba un poco de miedo. Esa persona me había escrito: "Si te veo te quemo viva". Creo que son solo comentarios, pero al final nunca sabes...

En 2015 confesó que era bisexual y algunos dijeron que hizo su mejor campaña de 'marketing'. ¿Fue un punto de inflexión en su carrera?

Fue un punto de inflexión total. No fue 'marketing', porque en las cosas que he contado de mi vida personal nunca ha habido un interés económico, simplemente muestro lo que me hace feliz. Pero es verdad que fue un punto de inflexión. Es una de las cosas más bonitas que me han pasado, porque a día de hoy mucha gente me sigue parando por la calle para agradecerme que les ayudara a salir del armario.

¿Piensa que a los 'influencers' todavía no los toman en serio, que es una profesión denostada?

Cuando estuve en México, les pregunté a mis compañeros y me dijeron que allí es una profesión que está superintengrada y superaceptada. Después de 13 o 14 años trabajando, cuando tengo una empresa con 18 personas, con todo lo que he hecho, si dicen que no trabajo, me parece que es ignorancia o no querer saber. Cuando estudiaba interpretación mi madre siempre me decía: sentada en el sofá no va a venir Almodóvar a llamar a tu puerta. Pues aquí lo mismo, tienes que trabajar. Creo que con el documental mucha gente va a ver el trabajo que hay detrás. Y otros seguirán diciendo lo mismo porque no querrán ver más allá.

Ha aparecido en alguna serie como 'Paquita Salas' y 'El internado: Las Cumbres', pero está a punto de rodar una película con Mario Vaquerizo y Antonia San Juan.

Sí, una comedia. Yo estudié interpretación y era lo que quería hacer. Tengo un papel secundario pero muy bonito, con mucha presencia e historia, un personaje que tiene su evolución.