La queja sobre la precariedad laboral, especialmente en el sector más joven, no es nada nuevo. A eso se suma una respuesta cada vez más habitual: "Es que los jóvenes no queréis trabajar". Precisamente por eso, una usuaria de Twitter ha creado un hilo en el que ha contado el caso de un amigo que está al borde del despido por una sorprendente razón. Con los detalles de la situación en la que se encuentra el joven, ha generado una gran cantidad de respuestas que ovacionan su relato.

"Hace unos días estuve hablando con un amigo y me dijo que (seguramente) lo van a despedir de su trabajo. Tiene 30 minutos para comer y ahora su empresa quiere que ese tiempo sea "working lunch", comenta. Con este anglicismo se refiere a que la compañía pretende que esos 30 minutos que dedica a comer los compagine con el trabajo, es decir, que no detenga el ritmo para tomarse un descanso, por lo que se han organizado reuniones laborales en el tiempo de la comida.

La empresa ha vendido a sus trabajadores este nuevo concepto que ha implantado como "una forma de dar ideas para los proyectos que les surgen, ya que la creatividad puede aparecer en cualquier momento, hasta comiendo".

El amigo de la tuitera no está de acuerdo con la nueva política de la empresa, por lo que ha optado por bajar al bar a comer solo, razón por la que sus propios compañeros le han advertido de que se está jugando el puesto.

"Empezó de becario, trabajando muchas horas por nada (ni las gracias le daban). Consiguió un puesto tras varios contratos de mierda: contratos de 30 horas semanales, pero más de 40 horas trabajando... Llevando su propio portátil a la empresa, realizando proyectos para terceras personas, pero sin él ver ni un duro de dicho proyecto... Tener que responder a e mails de trabajo en su tiempo libre (vacaciones, fines de semana)... Hasta que, un día, harto de todo dijo "hasta aquí hemos llegado", continúa la historia.

Fue entonces cuando comenzó a cumplir de manera estricta su horario laboral y, actualmente, tiene más de 15 años de antigüedad en la empresa, en la que Recursos Humanos le ha dicho que su futuro "pende de un hilo".

"Esas personas que dicen "es que los jóvenes no queréis trabajar". No nos confundamos, queremos trabajar para poder vivir, no vivir para trabajar", subraya Miriam: "No queremos tener que entrar una hora antes a nuestro puesto para sacar adelante ese informe que nos quedó pendiente ayer, o comer un sándwich rápido delante del ordenador para acabar el proyecto, y que sea otro el que se lleve el mérito... Queremos que se agradezca nuestro esfuerzo, nuestra dedicación... No que nos digan "nadie es imprescindible en el trabajo: la gente se muere por tener la oportunidad que tú tienes". Espero que las nuevas generaciones sean más vivas que las anteriores y que pongan límites en cuanto a su futuro laboral", lamenta.

Finalmente, termina con una sugerencia: "Que no se dejen explotar, que sean constantes en sus decisiones, y que jamás se entreguen al trabajo si ven que no va a ser recíproco. Y la tontería esa del "Quiet quitting" (renuncia silenciosa) , no os la creáis. No estáis renunciando al trabajo, estáis trabajando para lo que fuisteis contratados; sin hacer tareas extras, sin hacer las funciones para las que no fuisteis contratados".