El reconocido empresario multimillonario Carlos Slim, el duodécimo hombre más rico del mundo con una fortuna de 77.200 millones de dólares, ha hecho una propuesta que, a su forma de ver, sería efectiva para reducir la jornada laboral y, pese a ello, seguir rindiendo en el trabajo. Sin embargo, su idea ha generado una gran polémica.

El mexicano de 82 años -que adquirió acciones de Apple juntos antes del lanzamiento de iMac y lanzó MSN de la mano de Microsoft (además de comprar parte de The New York Times y ser accionista del Real Oviedo y de dos clubes de fútbol mexicanos)- plantea que las semanas laborales se reduzcan a tres días.

¿Cómo? Aquí llega el truco: con turnos de 12 horas y una jubilación que habría que esperar hasta los 75 años.

Así, Slim entiende que se podría duplicar la oferta de empleo y productividad y, a su vez, al extender la edad de jubilación se evitaría el colapso de las finanzas públicas, tales como los fondos de seguridad social y las pensiones: "La idea de que una persona se jubile a los 60 o 65 años es absurda (...) Conforme se desarrolla esta nueva civilización y sube la productividad a niveles muy altos muchas personas, sobre todo jóvenes, no encuentran empleos o buenos empleos. Entonces ahí el planteamiento que, creo que de verdad debe de empezarse a adoptar, es que trabaje la mayoría de la gente tres días, 11 o 12 horas, esto serían 36 horas, pero se jubilen hasta los 75 años".

El dueño del conglomerado Grupo Carso insiste en que "bajando el trabajo a cuatro días no se abren nuevas oportunidades", sino que deberían ser tres, en referencia a ciertos lugares del mundo en los que ya se ha implantado, a modo de experimento en algunas empresas, la jornada laboral de cuatro días.

Durante su intervención en el evento de becarios de la Fundación Telmex-Telcel México Siglo XXI, indicó por otro lado que los nuevos trabajos deberán centrarse, especialmente, en los sectores de la educación, la cultura, el entretenimiento y el turismo. "La nueva sociedad también demanda la lucha contra la pobreza y la ignorancia. Es una necesidad económica de esta nueva civilización", concluye.