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Para la doctora María Dolores Valverde, jefa del Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario Príncipe de Asturias, "comer por la boca es algo que no apreciamos hasta que no podemos hacerlo. Nosotros no sólo comemos para vivir. Comer es un placer".

Además, entorno a la comida giran la mayoría de nuestras relaciones sociales. Con la familia, con los amigos, nos reunimos para comer, para celebrar, y eso se pierde en el momento en que tenemos que modificar nuestra forma de comer, nuestra forma de tragar. Y esto es uno de los aspectos que más afectan a la calidad de vida de los pacientes con disfagia.

¿Pero de qué hablamos cuando nos referimos a la disfagia? Se trata de un trastorno de la deglución, el mecanismo por el cual el ser humano hace pasar el alimento, la saliva y los líquidos desde la boca hacia el estómago de una forma eficiente y segura.

En el transcurso de este recorrido, a nivel de la faringe se produce una encrucijada de caminos entre la vía estomacal y la vía aérea. El mecanismo muscular y sensitivo de esa zona debe funcionar correctamente para evitar que la comida tome el camino incorrecto y se introduzca en la vía aérea.

Si este complejo mecanismo falla y no es seguro, estamos ante una disfagia y las consecuencias pueden ser muy graves si no se detecta a tiempo.

Para la doctora Valverde, "el problema de la disfagia orofaríngea es un problema complejo, a pesar de que es algo sobre lo que no existe mucha cultura sanitaria". Pero con la llegada del coronavirus muchos pacientes graves y sus familiares se han topado de lleno con este trastorno.

Y es que la disfagia entre los enfermos de Covid está relacionada con la ventilación mecánica que muchos de ellos han requerido para superar la enfermedad.

Este soporte respiratorio consiste en introducir un tubo por la boca hasta la tráquea, o realizar una traqueotomía, insertando un tubo directamente a través de este tramo de la vía respiratoria.

Como es lógico, estos procedimientos obligan a sedar al paciente para realizarlos. Ambas cosas contribuyen a crear un traumatismo en esa zona esencial para la deglución, provocando un debilitamiento de todos los músculos implicados en la ella.

La incidencia exacta de esta patología en pacientes Covid todavía no se conoce ya que no se han realizado hasta el momento suficientes estudios sobre este tema.

Lo que si se sabe es que el porcentaje de pacientes con disfagia orofaríngea entre los ingresados en Unidades de Cuidados Intensivos que han requerido ventilación mecánica o intubación oscila entre un 6 y un 60%.

Es más, según algunos estudios, el 23% de los pacientes que han sido ingresados en UCI y sometidos a ventilación mecánica, siguen padeciendo disfagia a los 6 meses de la salida de cuidados intensivos.

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Según afirma la doctora Valverde se trata de un trastorno grave ya que por sí sola, con independencia de las otras patologías en curso, puede provocar la muerte en un paciente crítico.

Y es que, si no se detecta a tiempo, uno de los peligros de la mala deglución es que se produzca ese paso de líquido o alimento hacia la vía aérea. Si esto ocurre el paciente puede sufrir una infección respiratoria, sobre todo neumonías, que pueden complicar mucho su estado y tener consecuencias fatales.

Pero, además, la dificultad de deglutir lógicamente produce desnutrición. El trastorno impide que el enfermo se alimente de forma eficaz, dejando de ingerir los nutrientes necesarios.

Y como explica la jefa de la Unidad de Rehabilitación, "la enfermedad consume nutrientes, cuanto más grave es una patología más nos desnutrimos". Si, además, aparece un trastorno por disfagia, la recuperación del paciente se complica.

Primero porque la desnutrición está relacionada con la pérdida de masa muscular (sarcopenia), y este debilitamiento afecta a todos los músculos, incluidos los que intervienen en la deglución.

Y en segundo lugar, porque la nutrición está directamente relacionada con la inmunidad. Una buena alimentación asegura un buen sistema inmune.

Por todo ello detectar la disfagia es clave para mejorar el pronóstico de los pacientes, reducir su tiempo de estancia tanto en UCI como en el hospital, cosa que en tiempos de pandemia es bastante recomendable.

Enfermedades que provocan disfagia

Las causas de la disfagia son muy variadas, pero podríamos agruparlas en tres grandes grupos:

? Por un lado, están las causas neurológicas. Cualquier daño cerebral (ictus, parálisis cerebral, etc ...) pueden llevar aparejada una disfagia en algún momento de la evolución de este tipo de patologías.

También es muy habitual el trastorno de la deglución en el curso de las enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson, la esclerosis múltiple, la esclerosis lateral amiotrófica o las demencias.

Por último, los pacientes que con cáncer de cabeza y cuello suelen sufrir este trastorno. No solo por la cirugía sino por los tratamientos radiológicos y de quimioterapia a los que se deben someter para eliminar el tumor, pueden producir disfagia muchos años después de haber terminado el tratamiento y tener bajo control la enfermedad.

Si los enfermos de algún tipo de estas patologías terminan ingresando en una UCI, la posibilidad de que tenga disfagia cuando despierten o salgan de esta unidad es mucho mayor que en otros pacientes.

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Es posible curar la disfagia

La doctora Valverde subraya que hay distintos grados de disfagia. "Podemos encontrar desde el que no puede comer absolutamente nada, hasta el que puede comer determinadas cosas. Y el tratamiento dependerá del grado que presente el paciente y de sus características, del tipo de patología que sufra".

Y es que, si se trabaja en ella, la disfagia es reversible en un alto porcentaje de pacientes. Según la doctora en la mayoría de los casos el trastorno de deglución puede ser "compensable y mejorable, si no al 100%, si en gran parte".

Existen distintas formas de tratamiento, pero la más efectiva es modificar la textura y viscosidad de los alimentos tanto sólidos como líquidos.

La doctora ilustra el proceso con un ejemplo, "el momento en el que el bolo alimenticio pasa por la encrucijada de la tráquea y la faringe dura sólo un segundo. Es un periodo crítico. Y como el líquido pasa a una velocidad de vértigo, espesarlo puede reducir su velocidad y así ayudar al paciente a deglutir con seguridad".

Pero también se modifican los alimentos sólidos. Normalmente en la boca se realiza una primera trituración de los alimentos. "Si la boca no está bien, no tenemos dientes, convertir los alimentos en más manipulables en la boca hace que sea más fáciles de deglutir".

Y no se trata de administrar purés continuamente, subraya Valverde. "Existe una enorme variedad de dietas, que pueden conseguir que una persona con disfagia disfrute y obtenga placer de la comida, aunque no coma al cien por cien con normalidad".

Otro aspecto indispensable en el tratamiento es la salud bucodental. Todos en alguna ocasión hemos broncoaspirado, o dicho de forma más popular, se nos ha ido la comida por otro camino... Pero lo que en general se resuelve tosiendo, en algunas ocasiones puede traer problemas mayores.

Si la higiene de dientes y boca no es buena, un gran número de bacterias pueden introducirse en las vías respiratorias en caso de atragantamiento. Estas bacterias son las que terminen provocando las infecciones pulmonares.

Y por último, está la rehabilitación que los profesionales en logopedia realizan para mejorar y recuperar la fuerza de todos esos músculos que intervienen en el proceso de deglución.

Aunque no todos los pacientes con disfagia pueden realizar este tipo de tratamiento, ya que se consisten en la realización de una serie de ejercicios muy repetitivos con los que se trabajan músculos muy pequeños que habitualmente no ejercitamos de forma consciente.

Por eso, está indicado sólo para pacientes con una buena capacidad cognitiva.

Desde el año 2008, en el Hospital Universitario Príncipe de Asturias la atención al paciente con disfagia es multidisciplinar en la que colaboran el servicio de Endocrino-Nutrición, el servicio de Otorrinolaringología, y el Servicio de Rehabilitación.

Pero, además, la doctora Valverde apuesta por la implicación de las cocinas hospitalarias, como un elemento esencial para realizar modificaciones en la dieta de estos pacientes, permitiéndoles comer más allá de los menús tradicionales.

"La elaboración de dietas de fácil deglución, que además de todos los nutrientes necesarios, aportan colores, sabores, olores y texturas diferentes, que facilitan el momento de la comida a pacientes con disfagia".

Y como en algunas ocasiones la patología va más allá del hospital, un cuidador bien entrenado es fundamental para superar el trastorno o manejarlo de forma que no complique la vida del paciente.

La medico rehabilitadora concluye afirmando que "lo que realmente es importante para la recuperación es tragar. De la misma manera que tras un tiempo de convalecencia por una caída debemos recuperar nuestra capacidad de caminar o de coger peso, hay que entrenar para recuperar la capacidad de tragar".

"Pero hay que hacerlo de una forma eficaz y segura. Para ello hay que buscar el volumen y la textura de los alimentos ideal para ir recuperando poco a poco la capacidad de tragar" explica la doctora.