Lorca es, en la actualidad, el tercer municipio más grande la Región. Pero no siempre ha sido así. Desde la Eliocroca romana -de ahí viene el topónimo ‘ciudad del sol’-, pasando por la Lurqa musulmana y la Lorca renacentista que se impuso a todas ellas, la ciudad ha cambiado muchísimo. Uno de los principales cambios se ha producido en los últimos 40 años, es decir, desde que en 1979 se eligiera por primera vez a los representantes del actual ayuntamiento democrático. Una muestra: a finales de los 70 vivían en Lorca algo más de 60.000 personas. Ahora lo hacen más de 90 mil.

¿Cómo ha cambiado el municipio desde las primeras elecciones municipales?

Ha cambiado absolutamente. Téngase en cuenta que la primera Corporación Municipal destinó gran parte de sus esfuerzos a llevar el agua corriente y la electricidad a muchas viviendas de nuestro término municipal. Hoy eso nos parece algo de otra época, pero fue hace tan solo 40 años.

¿Qué grandes proyectos se han realizado en estos 40 años?

Se han desarrollado grandes infraestructuras como carreteras, centros educativos, ambulatorios y, sobre todo, el Hospital Rafael Méndez. Los polígonos industriales también han sido importantes. Todo ello ha contribuido a vertebrar un municipio tan singular como Lorca.

¿A qué retos se enfrenta el municipio? ¿Qué posibles soluciones pueden tener?

Queremos una Lorca que sea una ciudad de Servicios sin que ello suponga renunciar al sector agroalimentario. Ello pasa por la recuperación del casco histórico y la potenciación del turismo. En las pedanías hay un grave problema de despoblamiento y debemos dar respuesta creando nuevas oportunidades.

¿Cuánta importancia tiene la política actual en la vida de los vecinos?

Más de lo que mucha gente considera. La acción municipal es importante en áreas como la prestación de servicios sociales, educación y sanidad. Todos los colegios y centros de salud son mantenidos en buena medida con recursos municipales. Hay que tener en cuenta que los ayuntamientos somos la administración más cercana al ciudadano y en la que se canalizan muchas de las legítimas aspiraciones de los vecinos.

¿Es partidario de limitar los mandatos?

Sí, rotundamente. Creo que la limitación de mandatos es una necesidad democrática.

¿Necesita alguna mejora el municipalismo?

Hace falta lo que algunos han denominado la segunda descentralización. Se ha de dar un paso más para que el Estado y las CC.AA. destinen competencias a los ayuntamientos y que se dote de los recursos económicos suficientes para poder ejecutarlas. En muchos ámbitos, la cercanía al vecino hace que se presten con más calidad los servicios públicos.

¿Los ayuntamientos tienen el trato que se merece por parte del Estado y la Comunidad Autónoma?

Los ayuntamientos hemos ido asumiendo servicios y competencias que no son propias de la administración local y eso ha generado un problema de financiación de las haciendas locales. En el caso de Lorca, tenemos un término municipal inmenso y el despliegue de los servicios municipales es mucho más costoso. Asimismo, considero que por parte del Estado y de la Comunidad Autónoma se podría hacer un mayor esfuerzo para dotar con mejores recursos los servicios que prestamos.

¿En qué alcalde se fija usted como ejemplo y por qué?

Tengo mucho respeto por todos los alcaldes que me han precedido en Lorca. Pero si hay una figura que me sirve de ejemplo he de confe-sar que Enrique Tierno Galván, el profesor Tierno, se lleva la palma. Fue un grandísimo alcalde de Madrid y un gran personaje de enorme talla intelectual.

¿Cómo definiría el trato que tiene con sus vecinos?

El trato que me brindan los vecinos de Lorca es muy cercano. Me gusta compartir los momentos con los ciudadanos y conocer de primera mano las necesidades que tienen. Un alcalde ha de estar siempre al pie de la calle. He de reconocer que disfruto más cuando estoy con los vecinos que cuando estoy en el despacho.

¿Cómo cree que será el municipio dentro de 40 años?

Si esta pregunta se la hubiéramos hecho a Pepe López Fuentes, el alcalde en el año 79… Me gustaría que Lorca fuera una ciudad hospitalaria, solidaria, una ciudad amable en la que poder desarrollar un proyecto vital, respetuosa con el medio ambiente y, en definitiva, una ciudad referente en cuanto a valores cívicos y con plena integración de cuantos vivan en ella. Una ciudad en la que la justicia social y la igualdad sea la base de la convivencia y en la que no existan diferencias entre el núcleo urbano y las pedanías.