Lo mismo que los terrenos, anegados por el agua, estánlos cuerpos, que destilan por la nariz, los ojos, supuranpor la piel. A la excesiva humedad atribuyen muchos la altísima frecuencia de artrosis en muchas zonas de nuestro país, a juzgar por la cantidad de prótesis de cadera que se colocan en España.

Realmente, aunque por tradición la humedad se considera que produce o agrava el reuma, no hay ninguna prueba. No puedo negar que mucha gente asegura que mejora cuando viaja a un lugar más seco; pero a pesar de esa percepción, los estudios nunca han podido encontrar una asociación entre el grado de humedad del ambiente y la frecuencia de artrosis, ni de sus manifestaciones.

Digo manifestaciones porque no siempre la artrosis que se puede examinar en la radiografía por la destrucción del cartílago en la articulación se correlaciona con los síntomas.

Es una enfermedad que sufre prácticamente todo el mundo a partir de una cierta edad, con grandes diferencias en el grado de afectación. Como en todas las enfermedades, debe haber un componentegenético, una mayor resistencia o susceptibilidad a las agresiones que destruyen el cartílago. Lo que nos interesa es cuáles son esas agresiones porque sobre ellas quizá pudiéramos actuar. La humedad, como mencioné, no parece que sea una de ellas. La sobrecarga repetida sí puede ser, al menos, en algunas articulaciones.

Donde más clara está la asociación es en la rodilla: las personas con peso excesivo sufren más de artrosis en esa articulación, pero no en los pies o las caderas.

La artrosis suele deformar las manos. Pero no hay una relación clara con el uso excesivo; por ejemplo, no tienen los dedos más deformados las personas que se pasaron la vida escribiendo a máquina o tocando el piano.

Se han intentado innumerables remedios contra la artrosis. Desde hace años circulan dos preparados que muchos médicos usan con sus pacientes quizá porque sienten la impotencia ante la situación y depositan su fe y su esperanza en ellos.

Son el sulfato de condroitina y la glucosamina. Son sustancias, compuestos de azúcar y aminoácidos, que forman parte de la quitina y el cartílago. La teoría es que el cartílago degenerado precisa esos elementos para reconstruirse. Me recuerda un poco la medicina más primitiva que pretendía curar con sustancias que se parecieran al órgano enfermo, o que produjeran los mismos síntomas que la enfermedad.

Era la curación por simpatía que heredó la homeopatía con algunas modificaciones. Realmente esto es un poco más sofisticado porque con la ingesta de estas dos sustancias lo que se pretende es aportar los materiales al cuerpo para que se reconstruya.

Me recuerda el cuento de Jack London del boxeador que soñaba con un filete de carne para crear músculo. No funcionamos así. La regeneración de los tejidos, una actividad permanente que se van degradando con la edad, necesita, sin duda, proteínas, pero no porque aportemos más se regenerará mejor o más rápido. Y el cartílago, desgraciadamente, es un tejido con baja capacidad para repararse y no es porque le falten las proteínas necesarias para reconstruirse.

Hay muchos estudios que tratan de probar la utilidad de sulfato de condroitina y la glucosamina, especialmente en la artrosis de rodilla. Los resultados son confusos y contradictorios. Debido a su uso tan extendido, el Gobierno estadounidense decidió subvencionar una investigación potente, nada menos que con 10 millones de euros, que analizara de una vez por todas este problema.

La verdad es que no han conseguido todas las respuestas. Una cosa importante que deben saber es que hasta el 60% de los que se trataban con placebo, es decir, con nada, mejoraron. Claro: si usted toma esas sustancias y mejora, seguro que tanto su médico como usted los atribuirán al tratamiento. Entre los que tomaban estas dos sustancias experimentaron una mejoría el 66%, ésa es la diferencia, despreciable.

Es cierto que entre las personas con artrosis más severa las diferencias son sustanciales: mejora un 54% de los que toman placebo y un 79% de los que toman condroitina sulfato y glucosamina; un resultado algo raro porque no es lógico que cuando se tiene más destrucción articular se mejore más que cuando se tiene menos (el 66% frente al 79%).

Qué hacer. Hay que convivir con la artrosis y saber que no siempre dolerá igual. El ejercicio, que alivia y a veces elimina el dolor, es muy recomendable así como mantener el peso y no sobrecarcargar las articulaciones afectadas. Para el dolor, analgésicos, algunas veces con antiinflamatorios.