Una de las principales preocupaciones de las madres que amamantan es que desconocen cuánta leche tienen y si su hijo ha comido lo suficiente. El pecho no es transparente, como sí lo es el biberón, y esto genera muchas inseguridades, sobre todo al inicio de la lactancia.

A veces, tras la toma, se produce incomodidad y queja en el pequeño y se puede llegar a pensar que éste se ha quedado con hambre y "que el pecho no es suficiente". Aquí suele emplearse el suplemento del biberón, con el consiguiente riesgo de perder en el corto plazo el propio pecho, cuando probablemente ésa no es la razón del llanto o queja.

Se trata de "un error muy extendido" a juicio de los expertos porque, según aseguran, "siempre hay leche", salvo contadas excepciones (casos de hipogalactia, una enfermedad que provoca la ausencia de leche, y que es "rarísima"), señala en una entrevista José María Paricio, pediatra y presidente de la Asociación para la Promoción e Investigación científica y cultural de la lactancia materna (APILAM).

Así, destaca que una de las ventajas de la leche materna es que cuando la 'despensa' se termina, ésta se rellena rápidamente, es decir, la leche nunca se acaba. "El bebé puede quejarse por mil cosas tras la toma, pero si se le vuelve a poner al pecho y no quiere mamar más, igual le molesta el estómago, tiene un gas, o simplemente tiene sueño o quiere seguir en brazos de su madre. No tiene nada que ver con el hambre o la falta de leche de la madre", añade.

Todas las mujeres tienen leche

"En principio normalmente siempre hay. Las mujeres de la tierra suelen tener leche, y es verdad que el mecanismo de producción de la leche depende mucho de la demanda. Tanto es así que se puede decir que la relación es proporcional, cuanto más se ponga al pecho al bebé, más producción y más leche habrá", señala el experto.

Normalmente, según indica, una madre con un bebé de 6 kilos suele fabricar un litro de leche al día, y por ejemplo, una mamá de dos bebés, el doble. "Es un error tremendo desconocer la ley de a más demanda más producción. Es un error garrafal para la lactancia cuando se queja una madre porque el bebé llora mucho y se generan grandes inseguridades. El consejo debe ser que poner un suplemento de biberón no es una ayuda sino la trampa mortal para el pecho. Si éste percibe que se toma cien mililitros menos mañana fabricará 100 ml menos; una causa de fracaso de lactancia", alerta.

Según destaca, para saber si el bebé mama lo suficiente, los signos de que todo va bien son que hace pis y caca regularmente, y va ganando peso progresivamente. En este contexto, Paricio llama la atención sobre el hecho de que muchas madres dejen llorar a sus hijos hasta que no se cumplan las tres horas entre toma. "Los bebés, más si son pequeños, maman muchas veces y suelen pedir cada menos de tres horas. Hay que ponerles al pecho, cuanto más mejor. Al principio es normal que pierdan peso y pueden tardar en recuperarlo hasta tres semanas", añade.

El especialista resalta, además, que la leche materna protege a los más pequeños de infinidad de enfermedades. "Es consuelo, es alimento, es protección. Vale la pena darle la oportunidad además y cuanto más delicado esté el bebé, porque si está enfermo, mejor estará con pecho que con biberón", agrega.

Por su parte, Rocío Fontán, matrona del Hospital Rey Juan Carlos de Madrid, destaca en una entrevista que otra de las virtudes de la leche materna es que ésta se adapta a las necesidades del bebé, incluso en la misma toma.

"La leche materna es perfecta. Primero es más caldosa, tiene más lactosa, y poco a poco va cogiendo más consistencia, no es tan acuosa y tiene más calorías. La lactancia materna es lo mejor para los bebés y muchas veces ésta no se valora. Por eso es importante que las madres estén bien asesoradas, apoyadas por la familia, por los sanitarios y por la propia pareja. Además, la lactancia a nivel social debería cuidarse más porque no se puede tener mejor producto para el bebé que la lactancia materna", concluye la especialista.

Cómo se fabrica la leche materna

Desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP) explican que durante el embarazo, el cuerpo de la mujer realiza los cambios necesarios para producir leche tras el nacimiento del bebé. "El pecho materno se desarrolla y prepara durante el embarazo. Al nacimiento, la expulsión de la placenta y la succión del bebé provocan primero la salida de calostro y después la subida de la leche", precisa.

Además, es trabajo de dos hormonas, la prolactina y la oxitocina, responsables de la producción de leche en la mama. Igualmente, indica que el contacto con el bebé y el efecto de vaciado de las mamas, mandan señales al cerebro para que las produzca. "La prolactina ayuda al pecho a producir la leche. Y la oxitocina a que la leche fluya cuando el bebé se agarra. Pero además, la leche materna contiene una proteína llamada FIL (Factor Inhibidor de la Lactancia) que ayuda al pecho a regular la cantidad de leche. Así, si queda leche en el pecho, habrá mucho FIL", agrega.

Por el contrario, advierte de que cuando el pecho se vacía quedará poco FIL. "De este modo, los pechos pueden dejar de producir leche si el bebé no mama. Y ajustar la cantidad de leche según lo que mama el bebé. Por eso, cuanto más se vacía un pecho, más leche acaba haciendo éste. Si se saca más leche de un pecho que de otro, entonces ese pecho hará más leche que el otro", sentencia.