Todos conocen un remedio casero para los resfriados, la fiebre o el vómito. Tampoco es necesario salir corriendo al médico cada vez que el niño dice tener una pequeña molestia. Pero la gran pregunta es: ¿cuándo basta con los remedios de la abuela y cuándo el niño podría estar incubando algo más serio?

- Fiebre: Este es un síntoma que suele dar mucho miedo a los padres. Sin embargo, en principio, la fiebre no es algo malo, sino que demuestra que el cuerpo se está defendiendo. En el caso de los niños se habla de fiebre a partir de los 38,5 grados.

Si, a pesar de tener fiebre, el niño se siente bien -es decir, que juega y bebe-, no es tan grave. Pero si se muestra apático, se queda tirado en la cama y no toma líquido, es recomendable llevarlo al médico. Beber líquidos es muy importante cuando hay fiebre, ya que por cada grado Celsius de fiebre, la necesidad de líquidos aumenta en un 20 por ciento. Si el que tiene fiebre es un bebé pequeño, hay que llevarlo sí o sí al médico.

- Tos: Si el niño tose, es importante que beba mucho líquido. Algunos padres tienen buenas experiencias con algunos jarabes para la tos en base a hiedra o raíz de prímula. También se pueden hacer masajes en el pecho del niño, por ejemplo con aceite de lavanda. Si el niño tiene menos de dos años, es mejor ir al médico. También hay que consultar con el especialista si la tos viene acompañada de fiebre y dolor de oídos, si dura más de dos semanas o la flema es entre amarillenta y verdosa o con sangre.

- Mocos: En el caso de mocos puede ayudar algo de solución salina de la farmacia o un spray nasal descongestivo. Lo importante es que el niño respire bien cuando se vaya a dormir. Sin embargo, hay que usar este spray solo por unos pocos días. Si el niño tiene además más de 39 grados de fiebre, los padres deben llevarlo al médico.

- Carraspeo: Si el niño carraspea y tiene la voz ronca, también es importante que beba líquido. Si además tiene fiebre, lo mejor es ir al médico, ya que puede tratarse de una inflamación purulenta de la garganta o las amígdalas. Si el dolor de garganta es tan grave que el niño no puede tragar, también conviene consultar con un especialista.

- Vómitos: Si el niño vomita hay que preguntarse primero si en las últimas dos semanas sufrió un golpe en la cabeza, es decir, si detrás del vómito puede esconderse una conmoción cerebral. Sobre todo en el caso de los niños más pequeños, lo ideal es ir de forma preventiva al médico. Más allá de esto, en el caso de vómitos hay que seguir el mismo consejo que en el caso de diarreas: darle de beber al niño mucho líquido.

- Erupción: Mientras el niño no haya estado en contacto con sustancias peligrosas, lo mejor es observar primero la erupción. Las erupciones inespecíficas no suelen ser graves. Pero si vienen acompañadas de dolor de garganta o el niño se siente mal, puede tratarse de escarlatina, por lo cual es conveniente que el niño acuda al médico.