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El 99% de la saliva es agua. Sin embargo, el 1% restante contiene muchas sustancias importantes para la digestión, la salud dental y el control del crecimiento de microbios en la boca.

Protege los dientes

Podría parecer raro, pero la saliva es un elemento protector de los dientes. Este efecto de protección es, además, triple:

En primer lugar, su contenido en iones de calcio y fósforo ejerce un efecto «reparador» ante las agresiones de distintas sustancias que tienden a erosionar el esmalte.

Por otro lado, el efecto de «arrastre» que supone el flujo de saliva sobre la superficie de los dientes, arrastra gran parte de las bacterias que se pegan sobre el esmalte y que, de otra forma, acabarían generando caries.

Además, la saliva contiene anticuerpos y otros elementos que disminuyen la cantidad de bacterias nocivas presentes en la boca.

Alimentos más nocivos para los dientes

Fundamentalmente hay tres alimentos nocivos para los dientes: los azucarados, los ácidos, y las bebidas carbonatadas. Es por ello que si se consumen con frecuencia, se deben redoblar las medidas de higiene y la frecuencia del cepillado, ya que, de lo contrario, la posibilidad de que aparezcan caries o de que el esmalte dental se deteriore es muchísimo más alta.

Agua en la boca

Si sólo se acumulara agua en la boca puede pasar lo siguiente:

Nos atragantaríamos con la comida con mucha mayor frecuencia porque no se formaría el bolo alimenticio.

Los nutrientes macromoleculares como las proteínas y las féculas, y probablemente también las grasas, tendrían un sabor neutro.

Sólo se podría saborear la comida predigerida que ya tuviera aminoácidos y azúcares individuales.

El esmalte dental se haría más poroso.

Las bacterias podrían extenderse libremente, provocando la aparición de caries debido a la mayor producción de ácidos.

Cinco curiosidades sobre la saliva

Durante la noche, mientra se duerme, producimos menos saliva debido a la menor utilización de la boca. Por eso es tan importante la higiene dental antes de acostarse.

La saliva es la responsable de transmitir al cerebro las sensaciones del sentido del gusto.

Permite la articulación de sonidos que forman el habla al servir como lubricante de la boca.

Es un indicador de deshidratación: envía señales de alerta al organismo mediante la sensación de sed cuando disminuye su producción por falta de agua. De ahí el estar sediento.

Finalmente, la saliva también es transmisora de algunas afecciones contagiosas como la mononucleosis o el herpes bucal.