La ola de calor que invade muchos lugares del país ha provocado que se dispare el consumo de aire acondicionado, un bien muy preciado estos días pero que puede tener consecuencias para la salud si la instalación y el aparato no están en condiciones o si la corriente de frío apunta directamente al cuerpo.

Desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), la doctora Carmen Riego explica a Efe que es "fundamental" que el sistema de aire acondicionado de un edificio se haga acorde con la normativa vigente y advierte de que un mal mantenimiento puede conllevar el almacenamiento de gérmenes.

El aire frío del aparato de por sí no supone un peligro para la salud respiratoria de las personas sanas, defiende Riego, sino que son los gérmenes que puedan estar acumulados en el mismo los que entrañan "el verdadero riesgo para la salud".

Entre las enfermedades que se pueden propagar por el mal mantenimiento de estos equipos y la suciedad que se incrusta en ellos se encuentra la legionelosis, una enfermedad pulmonar que resurge cada verano ante la proliferación de torres de refrigeración, las altas temperaturas y la humedad ambiental elevada.

Riego, que es la coordinadora del área de enfermedades respiratorias de origen laboral y medioambiental de la Separ, aclara también que el choque de temperatura provocado por el calor de la calle y el frío del aire acondicionado de casa o de la oficina no es el culpable de los catarros estivales.

"Los cuadros catarrales los producen los gérmenes, virus o bacterias, que son los que pueden estar en los aparatos de aire acondicionado acantonados si no se mantienen bien, pero el propio cambio de temperatura en sí, en principio, al aparato respiratorio no le afecta", subraya.

A la pregunta de si la exposición prolongada al aire acondicionado es la culpable de un posible dolor de garganta, la doctora comenta que esa molestia se debe a la falta de humedad en el ambiente, lo que genera la sequedad en las mucosas.

Así, los ojos son también una parte del cuerpo que puede resentirse, tal y como explica a Efe el jefe de servicio de Oftalmología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, Francisco José Muñoz Negrete.

"Fundamentalmente afecta secando la mucosa conjuntival con lo que las personas que tengan ojo seco o una secreción lagrimal en el limite de la normalidad por el propio efecto del aire la poca lágrima que tengan se puede evaporar", comenta el doctor.

Muñoz Negrete insiste en que el "mayor efecto" se produce sobre todo si la corriente apunta directamente sobre esas personas, a las que incluso puede provocar una queratitis -una inflamación de la córnea-, con lo que recomienda que si por ejemplo les ocurre en el puesto de trabajo, cambien la disposición de la mesa o redireccionen la rejilla por la que sale el aire.

Los músculos son otros de los afectados, ya que el aire frío los puede contracturar, según apunta a Efe el secretario general del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid, José Santos.

El problema fundamental, apunta Santos, es cuando llegamos a casa sudando y nos ponemos delante del chorro de aire frío. "Nuestros músculos reaccionan ante esa humedad, que supone un estímulo para los receptores de la piel y entonces los músculos tienden a contraerse", subraya.

La tortícolis, que es la contracción mantenida del músculo esternocleidomastoideo, suele ser la lesión más común en estos casos porque el cuello es una de las zonas que están más desprotegidas en verano.

Los trapecios son otros de los músculos que pueden verse afectados por el frío, en especial en las mujeres que en muchas ocasiones los llevan al descubierto cuando visten prendas de tirantes.

¿Cómo evitar estas molestias? El fisioterapeuta aconseja cubrirse con alguna prenda fina si no se puede evitar que la corriente de aire apunte directamente al cuerpo y regular bien la temperatura del aparato. Lo ideal, entre 23 y 24 grados, coinciden los tres expertos.