La mayoría de azúcares añadidos en los productos alimentarios procede de los refrescos, bebidas deportivas, bebidas energéticas, zumos, colas, galletas, helados, caramelos y otros postres. La alimentación es una asignatura que se aprende en familia y que determina la salud presente y futura de nuestros hijos.

Según señalan desde la web del Centro de Promoción de la Nutrición del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (choosemyplate.gov) si no se compran alimentos y bebidas con azúcares añadidos los niños no podrán tomarlos tan a menudo.

Las golosinas y las bebidas dulces tienen muchas calorías pero pocos nutrientes, explican en la web de la institución estadounidense, donde insisten en la necesidad de limitar la cantidad de alimentos y bebidas con azúcares añadidos que los niños comen y beben.

Se presentan diez consejos que este centro para la promoción de la salud pública sugiere a los padres que se preocupan por conseguir que sus hijos sigan una dieta más saludable.

Servir raciones pequeñas: No es necesario deshacerse de todos los dulces y postres. Muestre a los niños que una cantidad pequeña de dulces puede durar mucho. Utilice cuencos y platos más pequeños para estos alimentos. Pueden compartir una golosina o partir en dos una pieza grande de bollería.

Beber con inteligencia: Los refrescos y otras bebidas azucaradas contienen una gran cantidad de azúcar y son altas en calorías. Ofrezca agua, zumo cien por cien o leche cuando los niños muestren mucha sed.

Evitar el lineal con dulces: En la mayoría de supermercados existen líneas de caja en las que no se posicionan dulces y golosinas. Esperar para pagar cerca de expositores de chocolatinas, chicles y caramelos siempre hace más fácil que los niños pidan que les compremos algo y evitar la tentación es más difícil.

No utilizar los dulces y la comida como recompensa: Al ofrecer alimentos como recompensa por la buena conducta, los niños aprenden a pensar que algunas comidas son mejores que otras. Premia a los niños con palabras amables y abrazos reconfortantes o con elementos que no se coman, como pegatinas, para que se sientan especiales.

Hacer de la fruta el postre diario: Las manzanas asadas, las ensaladas de fruta o el zumo natural congelado a modo de barritas heladas pueden convertirse en deliciosos postres frente a los más altos en calorías como natillas, flanes o lácteos de chocolate.

Divertirse con la comida: Los alimentos azucarados que comercializan para niños utilizan mensajes publicitarios que los convierten en ´alimentos divertidos´. Convierte en divertidos los alimentos nutritivos al prepararlos con la ayuda de los niños y utilizando la creatividad en familia. Se puede hacer una cara sonriente con rodajas de plátano y pasas, por ejemplo, o cortar fruta con formas fáciles y divertidas con las plantillas para hacer galletas.

Animar a los niños a inventar nuevos tentempiés: Fabrica vuestras propias mezclas de aperitivos con cereales integrales, fruta desecada y frutos secos o semillas sin sal. Proporciona los ingredientes a los niños y déjales que elijan lo que prefieren que forme parte de su ´nuevo´ aperitivo.

Jugar a los detectives en el estante de los cereales: En el supermercado enseña a los niños cómo descubrir la cantidad de azúcares totales en varias cajas de cereales y rétales a que comparen los cereales que les gustan y seleccionen uno con la menos cantidad de azúcar.

No convertir las sorpresas dulces en una costumbre diaria: Las sorpresas dulces son estupendas de vez en cuando pero no las conviertas en algo del día a día. Limita los productos dulces a las ocasiones especiales.

Si los niños no se comen la comida no necesitan ´extras´ dulces: Hay que tener siempre en mente que los dulces o galletas no deben reemplazar a los alimentos que nuestros hijos no se comen a la hora de la comida.