Las leyendas urbanas son historietas, cuentos, mentiras, supersticiones, mitos, que circulan ampliamente y que son tomadas como verdades por la mayoría de la gente. Sus orígenes son oscuros y las hay de todo tipo, referidas a distintas áreas de actividad, pero personalmente, seguramente por deformación profesional como psicólogo, estoy especialmente interesado en las relativas a la mente y a la conducta humana. Estas falsedades son difíciles de erradicar, como son difíciles de cambiar las creencias y actitudes de las gentes en general, por muy equivocadas que estén. La razón es que aparte del componente cognitivo de verdad o falsedad, la creencias y actitudes hincan sus raíces en el entramado emocional de las personas, así que su certeza es sólo un detalle más de su razón de ser.Ya asumo de antemano que sólo algunos de los que lean estas líneas cambiarán de opinión, máxime hallándonos en tierras propicias a historias de cuélebres, xanas y trasgos, simplemente espero que pasen un rato agradable leyéndolas; si encima sirve de algo, perfecto. Ahí van mis diez preferidas.

1. Los humanos son seres racionales

Ésta es una de las creencias con más abolengo y tradición, ya que está en el origen de la definición de lo humano por egregios filósofos como Platón y Aristóteles. Pero ¿es mentira? ¿Los humanos no somos racionales? Como ocurre con otras muchas leyendas urbanas, en este caso se trata de una verdad a medias, los humanos tenemos un componente racional, no hay duda, pero gran parte de nuestra conducta es irracional, instintiva y automática. Y no es extraño, al fin y al cabo formamos parte del árbol de la vida, que tiene unos tres mil millones de años, y compartimos la mayoría de sus características.

En su reciente libro titulado "Pensar rápido, pensar despacio", el psicólogo y Premio Nobel Daniel Kahneman expone con brillantez los dos sistemas de funcionamiento de los humanos, el lento, analítico y racional, y el rápido, o instintivo e irracional. La mayoría de nuestras decisiones diarias las toma el sistema rápido, y sólo en algunos casos echamos mano del sistema racional para resolver algunas cuestiones que requieren un mayor análisis. Con mucha frecuencia decisiones que consideramos racionales son simples racionalizaciones, es decir, las vestimos de lógica después de tomadas, somos expertos en racionalizar. El reconocer que muchas de nuestras decisiones no provienen de sesudos análisis no desmerece nuestra autoestima humana, como enseñamos a nuestros estudiantes de Psicología, la conducta humana no es lógica, es psicológica.

2. Sólo utilizamos el 10% de nuestro cerebro

Ya nos gustaría que esta leyenda fuese verdad, esta ilusión nos permite pensar que aún tenemos un 90% de crecimiento potencial, vana pretensión, sencillamente perded toda esperanza al respecto. Si no es así, ¿por qué persiste esta leyenda? Porque nos gusta creerlo, deseamos que sea verdad. No sólo está extendido entre la población general, un tercio de los psicólogos la considera cierta, y un 6%de los neurocientíficos también; está claro que la formación académica no inmuniza de forma eficaz contra las leyendas.

Lo saben bien los publicistas, que a veces hacen uso de las leyendas con sus anuncios. Así, una compañía de seguros proclama: al parecer sólo usamos un 10% de nuestro cerebro, si usted está con nosotros es evidente que está utilizando más. Naturalmente, que esto sea falso no quiere decir que no haya posibilidades de mejora cognitiva a base de entrenamiento y esfuerzo, recuérdese la regla americana de las cuatro mil horas: si se quiere estar entre el 10% superior de nuestra profesión hay que trabajar al menos esas horas al año, lo cual, si echan números, verán que no es nada fácil.

3. La música de Mozart mejora la inteligencia de los bebés

Qué fácil sería mejorar la inteligencia de las personas si esto fuese verdad, pero no lo es, se trata de una leyenda urbana muy extendida. Todo tiene su origen en un trabajo publicado en 1993 en la prestigiosa revista "Nature", por unos investigadores de la Universidad de California. Posteriores investigaciones no lograron replicar estos resultados, así que no hay evidencias concluyentes de que escuchar a Mozart siendo bebé mejore de forma clara la inteligencia y esas mejoras se mantengan a lo largo de la vida.

Lo que también es verdad es que escuchar música de Mozart no tiene ninguna contraindicación, y es mejor hacerlo que no, pero no hay por qué limitarse al genio de Salzburgo, puede probarse también con Bach u otros, sin descartar la de "Pink Floyd" o "Coldplay". En fin, pongan música a sus hijos, la que sea, pero no se fijen en el aumento de su inteligencia, dejen que la disfruten y los efectos colaterales seguro que serán positivos en distintos ámbitos de su vida.

4. Se pueden aprender idiomas mientras se duerme

Muchas personas están convencidas de que si se ponen cintas de un idioma mientras duermen lo terminarán aprendiendo. Es una fantasía maravillosa, ¿se imaginan que funcionase? Sería la pesadilla de las academias de idiomas. Sencillamente no funciona, no se gasten el dinero en CD para escuchar mientras duermen ni alteren sus sueños por esa razón. Dormir bien es fundamental para todo, no se olvide que gastamos un tercio de nuestra vida durmiendo, que se dice pronto.

5. Las personas opuestas se atraen

Está muy extendido pensar esto, que a los bajos les gustan las altas; a los gordos, las flacas; a los extravertidos, los tímidos...Y todo el mundo parece disponer de ejemplos para confirmarlo; pues bien, es falso, en realidad nos gustan más quienes se nos parecen. La mayoría de estudios confirman que tendemos a elegir amigos y pareja entre aquellos que se nos parecen, repase sus amistades y lo comprobará. Por ejemplo, si usted es una persona ordenada y bien organizada piénselo dos veces, o tres, antes de compartir el resto de su vida con alguien de características opuestas, su vida será un calvario. Claro que hay más cosas, por supuesto, pero la afinidad funciona mejor que la complementariedad.

Las personas con actitudes similares tienden a atraerse más entre sí, y aunque pueda haber algunos ejemplos chocantes, la regla funciona. El mito de la atracción de los opuestos puede tener su origen en la idea de la media naranja, de buscar algo que complemente nuestro ser, pero se olvida que no somos medias naranjas, somos enteras, no nos falta una pieza que vamos buscando, se trata de encontrar otra naranja que ruede acompasadamente con la nuestra.

6. Los hombres son de Marte y las mujeres, de Venus

Hay una creencia muy extendida de que la mujeres y los hombres son completamente diferentes, de planetas distintos, ellos de arte y ellas deVenus. Esta terminología fue acuñada por el psicólogo americano John Gray, que vendió más de cuarenta millones de libros en 43 idiomas y generó toda una industria para aconsejar a hombres y mujeres a comunicarse. Pero ¿somos tan distintos los hombres y las mujeres? Somos distintos en muchas cosas, faltaría más, pero no tanto como parece; entre otras cosas, porque genéticamente lo común de los humanos anda por el 99,8% y sólo tenemos un margen de maniobra para diferenciarnos del 0,2% aproximadamente. Por ejemplo, en lo relativo a la inteligencia no hay diferencias significativas entre hombres y mujeres.

¿Hablan más las mujeres que los hombres como muchos creen? Según los últimos datos no lo parece, un estudio reciente norteamericano encontró que los universitarios/as hablan un promediode unas 16.000 palabras diarias, otra cosa es que los temas sean diferentes. ¿Hablan más las mujeres sobre sus asuntos personales que los hombres? Algo más, pero poco, también ellos largan lo suyo. En lo que son mejores las mujeres es en detectar claves no verbales en la interacción. O sea, que de Venus y Marte nada.

7. Si a los niños se les educa igual funcionarán de forma parecida

La educación es importante, de eso no hay duda, pero no lo es todo. Los padres están cansados de ver que dando la misma educación sus hijos toman rumbos muy diversos.

Los padres no son responsables de todo lo que hacen o llegan a ser sus hijos, su aportación, aunque importante, no determina el cien por ciento, ni mucho menos, de lo que ocurre. Así que deberían de limitarse a hacer las cosas con sentido común, pero no tratar de atribuirse ni responsabilizarse de los éxitos y fracasos de sus hijos, éstos dependen también de otras muchas variables fuera de su control. En ciertas edades como la adolescencia los compañeros son con frecuencia más influyentes en la conducta de los hijos que los propios padres, no iba desencaminado el clásico "dime con quién andas y te diré quién eres".

8. Los enfermos mentales son violentos

¿Por qué muchas personas de buena fe creen esto cuando en realidad es completamente erróneo? Tiene mucho que ver en ello las películas, que cuando incluyen personas con alguna enfermad mental las describen como agresivas; también las novelas y a veces la forma de dar las noticias caen en el mismo error. La verdad es que más del 90% de las personas con alguna enfermedad mental, incluida la esquizofrenia, nunca cometen actos de violencia. ¿Puede decirse lo mismo de la población general?

Lo cierto es que estas personas tienden a ser más bien víctimas que agresores, incluso víctimas de sí mismas, ya que el suicido asociado a ciertas enfermedades mentales es la primer causa de muerte en España, con más de 3.000 casos al año, seis veces más que por accidente laboral y tres veces más que por accidentes de tráfico.

9. Los mejores estudiantes serán los mejores profesionales

¿Por qué no siempre los mejores estudiantes son luego los mejores profesionales? Muy simple, porque las reglas de juego en el mundo académico no son las mismas que en el complejo mundo profesional.

Para manejarse con éxito en la vida profesional, además de poseer los conocimientos técnicos y académicos necesarios, y eso no es negociable, hay que ayudarse con otras competencias que denominamos transversales, por ejemplo, responsabilidad, iniciativa, tenacidad, trabajo en equipo, adaptación, capacidad de comunicación y ganas de seguir aprendiendo

10. El ojo clínico es fiable

¡Cuántos errores se han cometido en nombre del ojo clínico! Está claro que el haber visto muchos casos aguza el ingenio y mejora el ojo clínico, pero de ahí a confiar ciegamente en él hay un largo trecho que debemos recorrer con mucha cautela.

Se imaginan que cuando salimos con el carro de la compra del supermercado digamos a la persona de la caja: "Bueno, creo que son unos ochenta euros, ¿qué le parece?". "Me parece muy bien", contestará, "pero vamos a comprobarlo". El ojo clínico viene bien para formular hipótesis de trabajo que luego hay que comprobar, como sabia.