Su presentación en sociedad ha sido una campanada en el silencioso desierto de agosto. La hamburguesa de laboratorio obtenida de células madre alimentadas con químicos durante semanas hasta convertirse en filamentos de músculo blanco fue saboreada en público por primera vez esta semana. Dietistas y un investigador gallego especializado en el estudio de células madre advierten de que el experimento presenta más incógnitas que flecos cerrados. ¿Es inocua para la salud? ¿Qué nutrientes aporta? ¿Será viable comercialmente? ¿Es un producto de marketing?

La Universidad de Maastricht ha abierto una puerta a la creación de carne en laboratorio a partir de células madre. Detrás de esa puerta, múltiples incógnitas. La alimentación con sustancias químicas hace preguntarse a investigadores como el gallego Manuel Collado los posibles trastornos de esa carne una vez digerida por el humano.

"En estos momentos, hay una obsesión por controlar todo lo relacionado con la comida, que sea natural, sin riesgos para la salud. El utilizar factores de crecimiento de las células madre para conseguir carne en laboratorio obliga a que el producto pase por estrictos controles para no provocar problemas lo que veo difícil y carísimo", apunta Collado -del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS)- en relación a la inversión en tests que acrediten la inocuidad de la hamburguesa in vitro.

Collado también respondió ante otro supuesto relacionado con el cáncer. ¿Y si, una vez ingerida la hamburguesa, las células madre prosiguen multiplicándose en el organismo? "Puede no ocurrir nada y que todo esté controlado. Puede que quede alguna célula madre... No sabemos qué puede pasar", responde.

Tras esta opinión, se pregunta "¿hasta qué punto vamos por el camino adecuado? Plantean que con este tipo de carne no se usarán animales para la alimentación humana, que podría alimentarse a la población del tercer mundo, que sería más ecológico que la ganadería extensiva... pero los riesgos son demasiado elevados. No sé hasta qué punto hay un interés real por el desarrollo o marketing, presentándose como innovadores".

En lo que está convencido Collado es que la hamburguesa, si se llega a comercializar, no aparecerá en los mercados en un periodo corto de tiempo. "Por mucho que avance la tecnología, hay problemas insuperables como controles más estrictos que los que pasa la carne de la ganadería tradicional", señala.

La pediatra Rosaura Leis considera que "la investigación es importante pero tienen que dar un paso más allá y demostrar que se puede introducir en la dieta habitual y sin repercusiones".

En la presentación de la hamburguesa de laboratorio -en Londres, el pasado lunes- se habló de cualidades como sabor, textura o apariencia; pero a pesar de ser una investigación desarrollada en una universidad no se dieron datos de la composición nutricional de la misma (kilocalorías, contenido en grasa, proteínas, vitaminas...).

Rosaura Leis echó en falta dicha información. "Hay que saber las propiedades organolépticas y hay que ver como es de saludable. En estos momentos, existen productos precocinados que no han sido elaborados como esta hamburguesa. De ellos, sabemos que tienen un aporte importante de grasa con consecuencias no beneficiosas para la salud. También tenemos alimentos faltos de determinados nutrientes que se tratan de compensar. La composición nutricional de un alimento -apunta- varía en función de cómo fue alimentado".

Sobre la información nutricional habla también Amil López, doctora en Farmacia y especialista en nutrición así como en promoción de la salud. "Ante todo, la información nutricional tiene que ser clara en cualquier producto", formula para añadir que "la tecnología para crear la hamburguesa de laboratorio es muy cara y no la veo como alternativa a la ganadería tradicional. Parece un experimento científico. Además, debe ser un producto seguro".

Esta experta, autora del libro La dieta coherente. Cómo vivir más y mejor, abogó por "abrir un nuevo marco (legal) para estos productos. Los laboratorios van siempre por delante, probando cosas que dicen ser seguras. Las leyes, en cambio, van más lentas de lo necesario, por lo que sería necesario agilizar los procesos", pensando en el nacimiento de nuevos productos alimenticios de manera que se asegure la seguridad alimentaria.

Más escéptico se muestra el catedrático y endocrino Aniceto Charro. "La investigación y la innovación son interesantes pero pienso que no será el futuro de una alimentación adecuada. Me muestro escéptico porque comer no es solo alimentarse; es también tener satisfacción. Los anglosajones tienen una cultura gastronómica pobre", señala el también director de la Asociación Gallega de Estudios de la Dieta Atlántica (Asgaeda).

"La humanidad tiene una cultura gastronómica que es el reflejo de muchos años de trabajo, de la herencia de antepasados. La forma de alimentarse es algo genético y cultural", añadió para después mostrar su opinión sobre la riqueza nutritiva o no de la hamburguesa in vitro.

"El problema -apuntó el endocrino- es comer excesivamente un mismo tipo de nutrientes. Quizás, la comercialización de este tipo de productos llegue a través de cadenas de comida rápida. Hay que tener cuidado porque comer siempre una hamburguesa con patatas fritas y helado es un problema".