Tumbarse bajo el sol es un acto placentero que puede, sin embargo, entrañar efectos negativos para la salud, que van desde las quemaduras solares al fotoenvejecimiento y el cáncer. Para evitar esto y beneficiarse de los efectos positivos, que también los tiene, del astro rey, los especialistas recomiendan prudencia, que pasa por no cometer excesos, especialmente si se trata de niños o personas mayores, y emplear crema fotoprotectora de amplio espectro.

El sol estimula la síntesis de vitamina en la piel, muy beneficiosa para el ser humano y la radiación ultravioleta se puede emplear para fines curativos bajo control médico, aunque una exposición excesiva e indebida puede traer también graves riesgos para la salud y aunque su efecto a corto plazo más frecuente es la quemadura solar, que se manifiesta entre seis y ocho horas después de la exposición, puede ocasionar también a largo plazo fotoenvejecimiento -aparición de "manchas" de color marrón, arrugas, engrosamiento de la piel y pérdida de tersura-, pigmentación (bronceado)-mecanismo de respuesta frente al exceso de radiación ultravioleta- y cáncer de piel -principalmente melanoma, carcinoma basocelular y el carcinoma espinocelular-.

"Hay evidencia científica que confirma que la radiación UV (tanto UVA como UVB) es un agente carcinogénico, es decir, que interviene en el desarrollo de distintos tipos de cáncer de piel. Además de radiaciones UV, el sol emite radiación infrarroja, que percibimos como calor. Sus efectos sobre el ser humano se desconocen, aunque se considera que podría también participar de alguna forma en el envejecimiento y la formación de tumores", advierte la dermatóloga Lidia C. Pérez Pérez, responsable de la Unidad de Fototerapia y Terapia Fotodinámica del servicio de Dermatología del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo (Chuvi) y miembro del Grupo Español de Fotobiología.

Por ello, la herramienta más valiosa es la precaución. Para evitar sus efectos adversos, la doctora Pérez recomienda evitar la exposición entre las 11.00 y las 16.00 horas, ya que la intensidad de la radiación en esta franja horaria es máxima. "Lo recomendable durante esas horas es no exponerse y en caso de no poder evitarlo, tratar de protegerse con ropa adecuada y sombrero", aconseja.

Los niños, ancianos y las personas con fotodermatosis o enfermedades fotosensibles o con fototipos bajos (con poca capacidad para asimilar la radiación solar), polimedicadas o que están recibiendo quimioterapia o radioterapia deben extremar más aún las precauciones, puesto que son más sensibles a los efectos de la radiación ultravioleta. "La fotoprotección en los niños es aún más importante puesto que por sí mismos no son conscientes de sus potenciales daños ni saben cómo protegerse de ella", explica la especialista, que añade que las quemaduras solares en la infancia y la adolescencia conllevan un elevado riesgo de desarrollar cáncer de piel, especialmente melanoma, en la edad adulta. "Por ello inculcar en la población hábitos de fotoprotección es fundamental en la lucha contra el cáncer de piel", insiste.

Los sombreros, gorras y las gafas de sol son otros grandes aliados contra la radiación solar, así como utilizar ropa adecuada -los colores oscuros y los tejidos tupidos protegen más de la radiación UV-, y también conocer la predicción del índice ultravioleta, ya que cuanto mayor sea, más perjudicial será la exposición.

Los fotoprotectores de protección alta o muy alta solo deben utilizarse de forma regular. Es importante que la crema filtre tanto la radiación UVA como la UVB. No debe escatimarse la cantidad, sino ser generosos para que la cantidad sea suficiente para cubrir bien la piel. La doctora Pérez recomienda 2 miligramos por cada centímetro cuadrado de piel; 30 mililitros para un adulto, lo que equivaldría a una pelota de golf. Hay que extenderla uniformemente, sin descuidar zonas como los pabellones auriculares, el dorso de los pies, el cuello y los labios, aconseja la doctora Pérez, y repetir esta operación cada dos horas mientras dure la exposición e inmediatamente después de bañarse, incluso si se emplea un fotoprotector resistente al agua.

En el caso de niños menores de 3 años y personas con enfermedades dermatológicas que alteren la barrera cutánea, como dermatitis atópica, eczemas y psoriasis, se recomienda el empleo de filtros físicos, también llamados minerales, que no contengan perfumes, puesto que son menos alergénicos. Asimismo, recomienda no exponer a los menores de 18 meses a la radiación solar directa y advierte de que los fotoprotectores tampoco están recomendados para menores de seis meses. La especialista desaconseja totalmente el uso de cabinas bronceadoras, ya que aumenta el riesgo de desarrollar un cáncer de piel.