Con la llegada del verano, llegan también los días de playa y los baños en el mar, una práctica que no sólo resulta un refrescante entretenimiento, sino que también produce beneficios físicos y terapéuticos en nuestra salud. Es más, un chapuzón en el mar puede incluso constituir todo un tratamiento de belleza.

Ya en la antigua Grecia se tomaban baños de agua marina por sus propiedades curativas para las afecciones cutáneas, además de por ser un buen relajante muscular. En la actualidad existen tratamientos como la talasoterapia, que se basa en el uso de diferentes elementos marinos (agua de mar, algas, barro, etc.) como agentes terapéuticos.

La misma brisa marina actúa como una especie de spray natural muy rico en yodo, perfecto para regular la glándula tiroides. Su alto contenido en iones negativos también refuerza los mecanismos de defensa de nuestro cuerpo al respirarla. Al parecer, esta bruma también previene enfermedades respiratorias, ya que según algunos estudios, las personas que viven cerca del mar tienen menos posibilidades de padecer bronquitis y otras enfermedades similares.

El hecho de meterse en el agua ya tiene un efecto físico sobre el cuerpo humano, pues la acción mecánica del oleaje y las corrientes obliga al bañista a llevar a cabo un esfuerzo permanente por mantener el equilibrio, lo cual fortalece músculos y articulaciones, resultando especialmente recomendable para personas con artritis.

La temperatura del agua provoca una resistencia en el organismo que actúa sobre el sistema vascular, traduciéndose en una vasoconstricción cutánea y una vasodilatación central, acompañadas de un incremento del ritmo respiratorio y cardíaco, algo muy eficaz para aliviar los problemas de circulación (combatiendo al mismo tiempo la celulitis y previniendo las varices).

En el mar se produce un fenómeno que se conoce como quimiosíntesis, similar a la fotosíntesis de las plantas, pero que además convierte los minerales inorgánicos en nutrientes orgánicos mediante las bacterias marinas. Esas sustancias orgánicas que inciden de forma saludable sobre los tejidos, como antioxidantes y vitaminas, pueden pasar al organismo a través de la piel, aunque en cantidades muy escasas. Combinar los baños marinos con baños de sol ayuda a potenciar el efecto de algunas de ellas, como la vitamina D.

El alto contenido en magnesio del agua también produce una relajación que puede ser muy beneficiosa para reducir el estrés y tratar a personas que sufren problemas de ansiedad. Además, los baños marinos ayudan a corregir las deformaciones de la columna, producen un efecto depurativo y adelgazante, y pueden incluso llegar a corregir déficits nutricionales.

En el agua de mar se encuentran 89 elementos esenciales presentes en nuestro cuerpo, además de otras vitaminas y microorganismos que liberan sustancias antibacterianas, dotando al líquido elemento de las propiedades antibióticas mencionadas al comienzo del texto, que funcionan muy bien en los procesos de cicatrización y también son ideales para solucionar afecciones de la piel como la psoriasis.