Los trastornos en la conducta alimentaria, entre ellos la anorexia y la bulimia, son cada vez más frecuentes y actualmente son las patologías más graves y más frecuentes en los adolescentes. Sin embargo, hay señales físicas y conductuales que pueden alertar a los padres sobre este problema. José Luis Iglesias las detalla en "Un pozo moi fondo", que incluye también el testimonio de algunas pacientes, chicas de 11 y 15 años, que lo están superando.

"La anorexia es una enfermedad en la que quienes la padecen sienten obsesión por adelgazar, aunque cuando lo consiguen no están conformes y siguen haciéndolo". Así define Marta, una adolescente de 13 años que este trastorno de la conducta alimentaria, y que José Luis Iglesias Diz, especialista del Área de Pediatría y Adolescencia del Complejo Hospitalario de Santiago (CHUS) recoge en "Un pozo moi fondo" (Editorial Galaxia), un libro que pretende ayudar a los padres a detectar una enfermedad que afecta a un 0,5% de las adolescentes, la mayoría niñas –la proporción es de nueve mujeres por cada hombre–, y que tiene una mortalidad a medio plazo del 8 al 12%, según distintos estudios.

"Se habla mucho de otras enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia, pero ninguna tiene una mortalidad tan elevada, en la mayoría de los casos por suicidio, inanición o trastornos cardiacos. La gente tiene que tomar conciencia de que la anorexia no es un capricho, sino una enfermedad muy grave y que no tiene una sola causa", alerta el pediatra, que en este libro de consulta también dedica un capítulo al otro gran trastorno alimentario, la bulimia nerviosa, aunque este se enmarca ya en la edad adulta.

Se trata además de dos trastornos en claro ascenso, debido, en gran parte, a un canon de belleza que ensalza la delgadez. Si en 1935 su incidencia en adolescentes era de 7 por cada 100.000, en 1984 era de 35 por 100.000, variando en la actualidad entre 136 y 270 por cada 100.000 dependiendo del país. En España, y según el estudio sobre su prevalencia en España realizado por el doctor Josep Toro el 0,4% de las mujeres entre 14 y 14 años sufriría anorexia, un 1% bulimia y otro 3,5% lo que se denominan trastornos de la alimentación no especificados –pacientes con comportamientos semejantes a la anorexia y la bulimia pero que se mantienen en su peso normal–. "Esto significa que el 4% de estas mujeres tienen un trastorno de la alimentación, cifra preocupante no equivalente en frecuencia a ningún otro padecimiento psiquiátrico", afirma Iglesias, que concluye que la prevalencia de estos trastornos se han multiplicado por diez en los últimos veinte años.

Aunque se trata de trastornos distintos, anorexia y bulimia tienen en común al menos dos aspectos. El primero, la insatisfacción de la persona por su imagen física y el segundo, su ansia por perder peso. En el caso de la anorexia, que puede presentarse desde edades muy tempranas –el doctor Iglesias ha tenido algún caso de niñas de 10 años–, quien la padece suele ser una persona disciplinada en todos los aspectos de su vida, y mantiene un férreo sobre la ingesta de alimentos. Por el contrario, la persona bulímica suele tener otros trastornos psicológicos, como estrés y depresión, que hacen en esos momentos no sea capaz de mantener una dieta tan estricta y come hasta empacharse. "Después se arrepiente y se provoca el vómito", alerta.

La prevención y el diagnóstico precoz son fundamentales para instaurar un tratamiento adecuado y mejorar el pronóstico. Hay una serie de rasgos conductuales y de síntomas que pueden alertar a padres y docentes sobre un posible caso de anorexia. Así, los adolescentes con una personalidad obsesiva y perfeccionista pueden ser señales que advierten de su vulnerabilidad. Otra señal, esta inequívoca, es que comience a saltarse comidas.

"Es una enfermedad muy dolorosa"

Superar la anorexia es un proceso largo y costoso, aunque posible. "No sé cómo empezó todo. Solo sé que estoy en el hospital ingresada desde hace ya un mes y que quiero recuperarme lo antes posible", explica Ángeles, de 14 años, una de las pacientes que precisó ser hospitalizada. Aunque José Luis Iglesias asegura que seis de cada diez adolescentes se recuperan con tratamiento ambulatorio, el otro cuarenta por ciento necesita ser hospitalizado. "La anorexia es una enfermedad muy dolorosa", afirma el especialista, que añade que en un 20% de los casos se cronifica. "Puede darse un agotamiento de la terapia y la paciente deja de colaborar. Unas viven más o menos con un peso límite y llevan una vida ´normal´, pero otro porcentaje nada desdeñable se enfrentará a problemas muy serios", añade.

Para poder tratar la enfermedad, la paciente tiene primero que reconocer que está enferma y que no comer no significa que tengan el control sobre su cuerpo. El testimonio de María (15 años), una vez aceptada la enfermedad, es esclarecedor: "Yo no tenía el control de mí misma. La anorexia, esa ´voz´ o como se quiera llamar, gobernaba mis sentidos".