La moda nos afecta a todos de una manera más directa o indirecta. Hay prendas que nos gustan y rápidamente nos hacemos a ellas, y otras que no van con nosotros pero que las acabamos adquiriendo porque es lo que encontramos en las tiendas o porque es lo que se lleva esa temporada.

Pero ¡ojo! Las prendas no sólo cubren la necesidad primaria de abrigarnos, o la secundaria, de embellecer nuestro cuerpo... Algunas, ya sea por su diseño, sus característias, su tejido o su estado afectan directamente a nuestra salud y abusar de ellas puede repercutirnos de manera negativa en nuestro bienestar físico. A continuación, un decálogo de prendas de las que no hay que abusar:

-Los skinny jeans

Los pantalones súper ajustados marcan la silueta pero aprietan tanto que pueden comprimir los nervios de la ingle y las piernas y reducir de este modo el flujo sanguíneo. Esto favorece a la aparición del sudor, la condición perfecta para que los virus, hongos o infecciones bacterianas proliferen. Además, propician el aumento de la celulitis debido a la escasa circulación de sangre en las piernas y nalgas.

-Los calzoncillos ajustados

Los científicos han descubierto que los hombres con baja movilidad espermática usan calzoncillos ajustados o han sido sometidos a una cirugía testicular. Cuando la ropa interior es demasiado ceñida perjudica la producción de esperma sano ya que los testículos necesitan tener uno o dos grados menos que la temperatura corporal para producirlo.

-Los vaqueros

El botón de remache, típico de los vaqueros, puede contener níquel, uno de los irritantes de la piel más común. Esto podría provocar una erupción justo debajo de tu ombligo. La solución para que no te irrite es pintar el remate con pintauñas transparentes, que actúe de barrera protectora.

Fotos: Getty Images. Los skinny jeans, los calzoncillos apretados y los vaqueros pueden comportar alteraciones en la salud.

-Los pijamas

Es tan importante cambiar de pijama como lo haces con tu ropa interior. En el caso de las personas que duermen sin ropa interior no es recomendable que la uretra esté cerca de un tejido sucio de bacterias, del día anterior, por lo que es mejor cambiar cada noche de pijama, al menos la que esté en contacto con tu parte íntima.

-Las fajas

Siguiendo el argumento que hemos presentado con los skinny jeans, las fajas muy apretadas pueden aplastar órganos, provocar dolor de estógamo y reflujo. Guarda este tipo de prendas para ocasiones especiales, no las uses a diario.

-Los leggins

Comprimen tanto la piel que atrapan todo el sudor; si los utilizas para ir al gimnasio más de dos veces estarás aumentando la posibilidad de sufrir una infección por hongos.

-Ropa interior de color

El tinte de la tela puede irritar la delicada piel de alrededor de la vagina, sobre todo si sueles sufrir infecciones vaginales. Si es así, decántate por la ropa interior de algodón y blanca para proteger tu zona íntima.

-Los bañadores húmedos

Si eres propensa a las infecciones, el bañador húmedo es el lugar perfecto para que las bacterias prosperen. Lo ideal es que al salir de la piscina o del agua del mar cambies la parte de debajo por una braguita seca.

Fotos: Getty Images. Los bañadores húmedos, las fajas y los leggins pueden conllevar problemas de salud.

-Zapatos de tacón alto

Que los tacones altos estilizan la figura y nos hacen sentir más sexys no es ningún secreto. Sin embargo, aunque sean la forma perfecta de completar un traje, su uso prolongado puede causar estragos en el cuerpo.

Los primeros peligros de los tacones altos siempre son los más típicos. Los podólogos llevan años advirtiendo sobre los juanetes, durezas, dedos martillo y deformaciones que provocan este tipo de calzado.

Si usas tacones alto a menudo, al cabo de unos años puedes desarrollar un desequilibrio muscular que afecte a los tobillos, rodillas y caderas. Si no quieres renunciar a los tacones, haz ejercicios que refuercen tus tobillos, masajea tus pies y utiliza plantillas o almohadillas.

Las chancletas

Usar chanclas como calzado habitual en verano es un error que puede acarrear problemas futuros ya que, al no sujetar el pie el riesgo de lesiones es alto, por lo que su uso debe limitarse a playas o piscinas.

Por ello, las lesiones a corto plazo más comunes son esguinces, dolores en talones y arco del pie, mientras que a largo plazo podrían causar fracturas por estrés o, incluso, juanetes. Además, es peligroso utilizarlas como calzado habitual porque incrementan el riesgo de accidentes como tropiezos o enganches al subir o bajar escaleras.