Lydia Delgado es una de las creadoras fundamentales para entender la moda española y su evolución en la última parte del siglo XX y principios del XXI. Fue la primera que miró al pasado y la primera en entender que es importante el hecho de vender y que para eso hay que estar presente, como hacían las modistas de antaño. Ahora su nombre también va ligado a la figura de su hija, la artista Miranda Makaroff, con quien ha creado la colección Miranda for Lydia que va más allá y se ha convertido en un concepto y en un nuevo lenguaje entre madres e hijas creativas.

No es habitual que una creadora de su nivel venda su propia moda…

Tiene un porqué. Comprar, que parece algo frívolo, tiene algo de espiritual. Es cuando entras en contacto con tu parte más íntima a través del disfrute que se produce cuando eliges aquello que te gusta. Comprar induce a la fantasía y a mí me encanta estar presente. Vivir ese momento junto a mis clientes es un gustazo. Comprar es un gesto bonito.

¿Comprar por el hecho de hacerlo?

No comprar compulsivamente. Hablo del comprar como una experiencia de disfrute, como un premio. Entrar en un sitio donde hay cincuenta mil cosas iguales me quita la ilusión. Me gusta descubrir, investigar, crear una atmósfera especial y pasarlo bien. Lo comparo a leer un libro, que si te dejas llevar, entras en otra dimensión. O a hacer el amor…

El placer de darse placer…

Exacto, eso que es tan sano e importante si te lo puedes permitir. Hay gente que cree que los creadores conocidos pertenecemos a una élite especial. ¡Nada más lejos de la realidad! Me levanto a las seis de la mañana para trabajar, arrastro cajas y hago lo que haga falta. Tener capacidad de crear es lo que me proporciona placer.

Los que entendemos de moda tenemos una imagen de usted muy clara, siempre asociada a alguien que nos recuerda a Audrey Hepburn.

Sí, no está mal. Es una asociación buenísima. Me siento muy respetada, quizás porque nunca me he traicionado a mí misma y siempre he trabajado duro. La percepción que tiene la gente de mí creo que no es del todo real. Yo soy bastante bestia, fuerte, arriesgada, me gusta la provocación, la radicalidad del arte, lo joven.

¿De ahí que trabaje con su hija Miranda Makaroff que ya casi es tan conocida como usted?

Es una relación muy curiosa porque somos un tándem con un equilibrio casi perfecto que no sé hasta dónde llegará. A veces la veo a ella y me hace gracia porque pienso que yo soy mucho más radical aunque todos piensen lo contrario. Nos entendemos muy bien. Es una artista en toda la extensión de la palabra.

Su suegro Alberto Aza fue jefe de la Casa del Rey. ¿Usted ha sido en exceso discreta con sus éxitos y con su vida?

Sí, he sido en extremo discreta, por respeto.

¿Por respeto a la Casa Real? Se dijo que usted haría el vestido de novia de doña Letizia y nunca la hemos visto vestida de Lydia Delgado.

Por respeto a todo. Soy pudorosa en ese sentido. Alguna vez doña Letizia ha vestido de Lydia Delgado y la verdad es que estaba monísima. A ver si ahora, en la nueva etapa y que ya no hay favoritismos, la vemos más a menudo vistiendo con mi ropa. La verdad es que me encantaría.

Es poco exhibicionista…

No, solo lo soy en mi vida privada. Mi marido dice que soy histriónica. Vivo en un mundo paralelo a la realidad sin estar loca. La fantasía está mal vista pero es real. El ser humano no evoluciona en exceso, hay más mundos que el que vemos.

¿Es sensitiva?

Sí, es lo normal serlo, lo que pasa es que no lo reconocemos, nos da miedo esa cualidad tan humana y animal al mismo tiempo. Sentir da miedo.

¿Cómo ha conseguido mantenerse en el mundo de la moda durante más de 30 años en un país tan difícil como España?

Viviendo el presente, haciendo lo que me gusta. Mi hija dice que soy más moderna que ella porque soy intuitiva y sé por dónde van a ir los tiros a años vista. Me anticipo, quizás porque soy un poco infantil. Tengo la percepción de lo que pasa en tiempo real. Mi fascinación por Instagram es buena prueba de ello.

¿Una modista de toda la vida fascinada por la tecnología más vanguardista y las redes sociales? No le pega nada…

Es que yo no me veo así. No soy industrial. Creo que el mundo iría mejor sin estas grandes empresas que lo acaparan todo, también en la moda. Está todo uniformado, incluso las ciudades, vayas donde vayas las tiendas son las mismas, y eso me horroriza. Se ha perdido el placer. Voy a la sensación del momento y eso va en contra de la mundialización de la moda.

¿Qué sensación tiene del momento que vive España en la actualidad?

Lo primero que me llama la atención es la inteligencia de la gente. Con la locura que hay, vas por la calle y las personas siguen adelante con enorme dignidad. Todo es muy loco. La gente es más inteligente que los que nos gobiernan y eso es bueno.

¿Cree en don Felipe como Rey?

Si profundizamos tendremos que profundizar un rato pero entiendo que da una seguridad enorme que esté don Felipe ahí. De todos los que nos representan es el mejor, el más creíble.

¿Cómo ha conseguido tener una hija con el carácter y el genio de Miranda Makaroff?

Los hijos son lo más. Salen como Dios quiere. No se pueden planear. La genética manda. Y la naturaleza. Con Miranda siempre he fomentado que hiciera y sintiera con total libertad. Es una mujer con mucha fuerza, una artista de gran nivel. Me da muy buenos consejos y esto me entusiasma.