Después de la resaca de las fiestas navideñas nos llega desde Italia la noticia de que en Roma se ha prohibido la pirotecnia durante algunos días para proteger a mascotas y personas. En España muchas personas se echarán las manos a la cabeza, ¿prohibir la pirotecnia? Y creo que debemos reflexionar al respecto.

Cada año gran número de animales sufre algún tipo de percance durante los eventos o días en los que se utiliza pirotecnia, desde problemas médicos (ataques al corazón, estrés, ansiedad, temblores) hasta accidentes o pérdidas. Todo derivado del horrible ruido que producen para el oído del animal, (sobre todo en los perros, que pueden percibir los sonidos desde una distancia cuatro veces superior a las personas). No sólo los animales sufren con el horrible ruido de los petardos, también algunas personas, por no decir los daños al patrimonio que pueden ocasionarse.

Existen otras alternativas que no provocan el tremendo ruido de la pirotecnia y que pueden llegar a ser tan estéticas o interesantes como los fuegos artificiales o cohetes. Precisamente, en Tenerife se ha presentado una memoria para hacer la ciudad «petfriendly» y se incluyen algunas medidas como la limitación de los petardos o pirotecnia a algunas zonas.

Debemos tener en cuenta que se trata de una cuestión de convivencia en la que no sólo importan las personas, sino también los animales que viven con ellas. No está de más regular el uso de la pirotecnia, establecer normas, zonas acotadas y limitadas para ello y sobre todo entender que debe protegerse a todos por igual, incluidos los animales. Como se ha considerado en Roma, debe protegerse «tanto la salud de los ciudadanos» «como la de nuestros amigos de cuatro patas».