Como psicóloga veo de forma frecuente cómo los seres humanos se imponen sus propias limitaciones, muchas veces sin enfrentarse a aquello que creen que no son capaces de hacer ni intentarlo. Con este artículo pretendo abrir la perspectiva de cómo percibimos nuestras propias limitaciones, ampliando el círculo de lo que somos capaces de hacer cuando realmente queremos algo, nos importa o lo consideramos positivo. Si estás leyendo este artículo es porque te gustan los animales, por lo tanto vamos a enfocarlo en este sentido. El hecho de autoimponernos limitaciones a la hora de actuar puede condicionarnos haciendo que nuestras experiencias sean menores de lo que realmente nos gustaría, pero este hecho se agrava cuando, además, la conducta que estamos dejando de hacer porque creemos que no podemos es la de ayudar a los demás. Por tanto, te invito a que pruebes a enfrentarte a todas esas cosas que te gustaría hacer, pero que crees que no puedes. Habitualmente escucho a gente decir: «Es que no puedo dejar de comer carne», «Me gustaría ser voluntario de una protectora pero no puedo», «Cuidar de una colonia de gatos callejeros es demasiado duro, yo no podría...». Estos son algunos ejemplos de limitaciones que el ser humano se autoimpone y que, aunque no en todos los casos, seguramente en muchos si lo intentase se demostraría a sí mismo que sí es capaz y, al mismo tiempo, podría colaborar haciendo algo tan valiosos como es ayudar a los animales y participar de forma activa en su protección. Si intentas hacer algo de lo que crees que no eres capaz y lo consigues, por un lado estarás demostrándote a ti mismo que a veces somos nuestro peor enemigo y nos autoimponemos dificultades que no son reales, como consecuencia de nuestros propios miedos e inseguridades. Esto supone un desarrollo y un crecimiento personal muy beneficiosos a nivel psicológico. Por otro lado, estaremos haciendo algo importante por ayudar, en lugar de privar de nuestra solidaridad a los que más nos necesitan.