Anastacia es cantante. Nacida en Chicago en 1968, ha vendido 30 millones de discos y llena los conciertos que programa tanto en su país como en Europa. La dama rubia de negra voz actuará este mes en Marbella, donde mezclará sus grandes éxitos con versiones de incunables en clave de rock y temas de su nuevo álbum, Resurrection, grabado tras ganarle la batalla al cáncer por segunda vez, sin perder el ánimo.

Tiene usted una risa con tesitura. Como cuando canta…

Soy ruidosa. Siempre se sabe dónde estoy. Hablo alto y mi risa tiene buen volumen, la verdad.

Posee motivos para la alegría…

Así es. Mi nombre en griego significa “resurrección”; soy como el ave fénix después de haber superado el cáncer dos veces. Lo más curioso de todo es que le puse el título al álbum antes de saber que estaba enferma otra vez. Las cosas de la vida…

¿Le gusta que la consideren un ejemplo que seguir en este tema?

Si sirve para ayudar a las mujeres que atraviesan por mi situación, me parece bien. Siempre que se me necesite para explicar, concienciar, cantar o mostrar mi apoyo sobre esto, allí estaré. Es lo que debo hacer.

¿Qué ha aprendido de todo ello?

A no darle tantas vueltas a las cosas, a no obsesionarme con las bobadas del día a día, a desconectar…

Dicen que es la reina del sprock. ¿Y eso qué es?

Una mezcla de pop, soul y rock que es como yo definiría lo que hago. Me lo inventé hace años y parece que funciona. Es muy divertido.

Tiene voz de jazz. ¿No le tienta?

Me encanta, pero no es lo mío. Aunque sí me gustaría hacer alguna colaboración con algunos de los grandes del género, pero no me veo editando un álbum completo.

¿Qué le da al público en directo?

Lo que tengo. Energía. Disfruto tanto como ellos o más. Y por supuesto nada de playback. Aunque algunos que lo hacen constantemente cobren más que yo.

¿Cuál es su rato favorito del día?

El de la siesta. Es genial. Aunque sean 20 minutos. Me ayuda, me centra y me devuelve las energías. Prefiero la cama, pero también me sirve un buen sofá.

¿Cómo se cuida?

Intento no comer alimentos procesados industrialmente. Después de la enfermedad, he tomado conciencia de la importancia de una alimentación sana; de las frutas, de las verduras, de evitar el estrés. No fumo, no bebo…

¿Qué piensa del legendario lema: “sex and drugs and rock and roll”?

Que lo importante para un músico es que le salgan buenas canciones cuando escribe y que sea capaz de interpretarlas sobre un escenario. Lo demás es de cara a la galería.

¿Le ha perjudicado su sinceridad?

Sí, ante todo en asuntos del corazón.

Tiene muchos fans masculinos, con la caña que les da en sus letras…

Es que no me han tratado muy bien. También porque yo he sido muy ingenua y me he llevado disgustos terribles en mis relaciones, como si tuviera 15 años. Ahora ya no soy tan blanda y relativizo mucho estos asuntos, de los que siempre hay dos versiones, la de él y la de ella. Y la verdad suele estar siempre en el medio. Los hombres pueden ser un encanto, pero hay algunos que estropean el conjunto.