- ¿Qué dos caras va a mostrar en su nuevo espectáculo?

- La de Antonio Gómez de los Reyes, la persona, que repasará mi biografía. Aquí se verá mi faceta más humana, normal y tranquila. Y, por otra parte, se exhibirá la de Canales el bailaor. Esta parte está narrada desde un punto de vista transgresor. Son mis 35 años de vida artística.

- ¿Por qué ha elegido Palma para el estreno mundial?

- Elegí Palma porque el Auditòrium fue el primer teatro en el que estuve con el Ballet Nacional Español. Fue hacia 1982. Representamos El sombrero de tres picos, dirigida por Antonio Ruiz Soler. También tengo en Mallorca familia de mi mujer, Malena. Y vamos a menudo a comprar sobrassada y a disfrutar de las calas. También me une a la isla un recuerdo trágico: mi hermano Roberto murió en Manacor en un accidente. Para mí, la isla es un poco una mezcla de llantos y alegrías.

- ¿La obra va también de llantos y alegrías?

- Sí. Es un monólogo desgarrador, pero con un toque de humor importante. Para mí es una tragicomedia flamenca. Después de intervenir en cuatro obras de creadores jóvenes y después de cuatro años, regreso con una obra de creación sólo mía. En escena, me acompañarán siete músicos. Los dos guitarristas son Paco Iglesias y Juan Campallo. También estará la bailaora y actriz principal que hace de las mujeres de mi vida, Adela Campallo. Cantando estarán El Londro de Jerez y David El Galli de Morón de la Frontera, y en la percusión José Carrasco. En el teclado está El Chufla de Utrera. Y en las luces, Óscar Gómez. Después hay un importante trabajo cinematográfico realizado por Andaluza de Videomapping, que ha hecho una proyección buenísima en 3D con textos de Quiroga&León, que son los que va contando con el baile Canales. Antonio Gómez va contando sus propios textos.

- ¿Es su autorretrato definitivo?

- Es mi autorretrato. Y para él he rescatado las distintas disciplinas que me han acompañado a lo largo de la vida: la palabra, la música, y, por supuesto, el baile. Esto es un musical flamenco en el que voy a desnudarme el alma. A la gente le voy a dar alegría, pero también un pellizco en las tripas.

- ¿Qué le ha sucedido de especial para necesitar entregar ahora un repaso de su vida y su obra ?

- Ha sucedido que me encuentro feliz, pleno en todo. No me gusta hacer las creaciones bajo el síndrome del dolor u otros artefactos, porque las ensucias echando ahí tus dolores. El dolor debe tratarse cuando más calmado y sereno está uno. Ésta es una obra que he ido escribiendo poco a poco mientras he estado girando con mucho éxito con otras obras. Una de ellas, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, está nominada a los Premios Max. Después de 50 creaciones, yo creo que la gente esperaba ahora algo muy mío. Lo he hecho para pasármelo bien, de hecho. Estoy en forma, peso 89 kilos y tengo 52 años. Éste era el momento preciso para hacer esta creación.

- 52 años. ¿Cómo se lleva la edad con la danza?

- La danza se lleva si tú tienes ilusión. Si sabes vivir con ganas la danza siempre está en ti y no te abandona. Estoy en plena forma a mi edad. Uno se ha de cuidar mucho la alimentación y hacer mucho ejercicio físico todos los días. El año pasado hice más de cien galas. Estoy en un gran momento. Pararme no lo voy a hacer nunca porque la vez que lo hice fue un fracaso enorme. Si me paro, me vuelvo insoportable.

- ¿Cuán importante es para usted la faceta de maestro flamenco?

- La docencia siempre ha estado unida a mí, es mi otra vocación, es otra forma de ver el flamenco. En el Ballet Nacional ya corregía a los bailarines. La enseñanza siempre ha ido a la par con mi carrera de bailarín. Creo que la engrandece. Tengo una escuela en Madrid con 280 niños. Me gusta transmitir mi sapiencia y la sobriedad que dejan los años en mí. De mi compañía han salido grandes, como Sara Baras por ejemplo. No sólo formo a buenos bailarines sino también a estrellas.

- ¿Algún lema en su vida?

- Voy a bailar hasta que todo esto pase, hasta que tenga lugar en mí un fundido a negro. Espero morir bailando.

- Usted se ha quejado en varias ocasiones de que antes de presentar una obra en España a veces se ha tenido que triunfar en el extranjero. ¿Ve atisbos de cambio?

- Eso siempre ha ocurrido, lo de ser profeta en tu tierra cuesta mucho trabajo. Yo tengo suerte, siempre se me ha recibido bien aquí. Soy un afortunado. Sí les quiero decir algo a las instituciones y administraciones, aunque me hayan premiado en varias ocasiones: a uno le duele ver cómo tenemos que pagar más impuestos que en Europa. Tenemos el 21% de IVA mientras que en Francia, el 8. Que no se apoye la cultura es una vergüenza. La cultura no es sólo algo de gente que vive en la opulencia, pues no sólo de pan vive el hombre. La gente de la cultura lo estamos pasando muy mal con este gobierno de ahora. Esperemos que pase pronto y que la gente no se tenga que dejar medio sueldo del mes para ir al cine. La cultura no es la Cenicienta del cuento, sino la Princesa. A ver cuándo se dan cuenta.

- ¿Está enfadado con lo que sucede en España?

- No estoy enfadado porque no sirve de nada. Patalear no sirve y a mi edad menos. Mi forma de gritar es entregar esta producción. Por otra parte, muchas de las obras que he hecho recientemente aún no se han podido ver aquí, en mi país, porque no hay dinero. Se han visto por todo el mundo, menos en mi tierra. Así están las cosas. Pero mi manera de protestar es presentar este espectáculo.

- Usted siempre ha dicho que quería acercar el flamenco a los contemporáneos. ¿Cómo propone hacerlo?

- Hay que hacerlo desde la verdad y el entendimiento. Si le cerramos las puertas a algo, ese algo se muere. Yo siempre he hecho cosas puristas y otras vanguardistas. Hay que arriesgar, no hay que tener miedo a incluir otras cosas para hacer cada vez más grande el flamenco. Eso es algo que debe hacerse desde la fusión, no la confusión.