El 10 de noviembre del 2013 Marc Márquez (Cervera, 1993) se convertía en el campeón del mundo de MotoGP más joven de la historia. Fue en Cheste, en un momento histórico en que la grada se tiñó del rojo de las banderas del club de fans de un joven que asegura seguir siendo el Marc de siempre.

¿De vacaciones?

Ya no. He estado en la montaña, pero ya he vuelto. La verdad es que entre unos días de verano que pasé en Tarifa y estos, no llega ni a la semana...

Es lo que tiene ser campeón del mundo.

¡Al menos, ahora la gente me conoce sin el casco!

A cambio, no puede dar dos pasos sin que le pidan una foto o un autógrafo. ¿Es un agobio?

Agobio, no... Pero ya no es lo mismo.

Le saldrán más novias...

Algunas sí... (risas)

Le veo más serio últimamente, ¿se ha hecho mayor? ¿O es para quitarse a la gente de encima?

Antes era mucho más tímido. Con la edad voy perdiendo la timidez, pero también me voy volviendo más

reservado. Pero lo de la gente, no... de la gente no tengo miedo.

No debe de tenerle miedo a nada.

Sí. Al mar. Le tengo auténtico pavor al mar abierto. ¿Se lo puede creer?

Cuesta, viniendo de alguien capaz de rodar en circuito a más de 340 km/h...

Pues es algo que realmente debería superar, pero no veo el momento para darle opción. La moto la tengo

controlada, es mi vida, entreno a diario incluso cuando no es temporada... Pero ese azul tan intenso del mar... Eso es distinto.

Está claro que prefiere otros tonos.

¡Claro! El color rojo es mi fetiche.

Un momento que nunca olvidará.

La celebración del título en Cheste. Toda la afición detrás con la grada roja. ¡Mi club de fans es el que veía más por primera vez en los circuitos!

¿Alguna manía?

Manías, no, tengo rutinas... ¡Bueno, sí! ¡Está lo de los calzoncillos: azules para entrenamientos y rojos para la carrera! Eso sí que entra en la categoría de manías.

¿Y caprichos? ¿Se ha hecho algún buen regalo por el título?

De momento, no.... Con las poles me dieron un BMW M6, y ¡me da la sensación de que me va grande!

¿No ha pensado ni por un minuto en independizarse?

¡Uff! ¡No! ¡Ni siquiera he tenido tiempo de pensar en eso! ¿Sabe lo bien que se está en mi casa?

¿Allí es Marc o el campeón del mundo?

En casa mandan mis padres y yo soy Marc, sólo Marc. El Marc de siempre, aunque es verdad que después de ganar me mimaron un poquito más. Pero eso ya pasó.

¿Qué pasa con su hermano? ¿Tiene celos?

¡Es mi mejor amigo! A él se lo cuento todo, hablamos de todo, lo compartimos todo... Entrenamos y vivimos juntos, viajamos juntos... Me habla sin tapujos y directo. Eso se agradece.

¿Y qué hay del mundo virtual?

Ahí sí que el cambio ha sido del todo impactante. En Twitter ya tengo unos 780.000 seguidores. ¡Y en Facebook he pasado de 200.000 a superar el millón!