Madrileña, de 57 años, es una de las actrices mas taquilleras del cine español, con una filmografía de oro a las órdenes de Trueba, Berlanga, Colomo y Almodóvar que le ha reportado cuatro Goya. Popular también en televisión, es además una primera figura del teatro. Desde hace un par de años, su papel protagonista de la obra 'Shirley Valentine', un ama de casa de barrio obrero de anodina existencia, llena las salas allá por donde pasa.

No salen bien parados los hombres en su obra.

Bueno, para empezar no salen (risas), aunque se habla todo el rato de ellos. Todas somos un poco como la protagonista. Acabamos pendientes de algún hombre de algún modo. Sobre todo, las de mi generación. Las mas jóvenes, cada vez menos.

Como en el caso de su personaje, ¿usted también elegiría Grecia como destino para una escapada?

Puede que sí, porque no he estado. En cualquier caso, buscaría un lugar con sol. Me gusta el campo y me encanta el Mediterráneo, para tenerlo cerca y contemplarlo, pero meterme en el mar me cuesta. Me da un poco de miedo. Soy de secano.

¿Tiene otros viajes pendientes?

No soy muy viajera porque vivo con un hombre [el director Manuel Iborra] que no cambia de culturas, así como ni coge aviones. En coche, si se anima a lo que sea. Conozco Inglaterra, Estados Unidos, Italia, pero hay demasiados turistas y al final no lo acabo de disfrutar.

¿Dónde encuentra sus aromas y colores favoritos?

En India. Fui por primera vez en 1987 y todo me era familiar. Los olores, los colores, como si hubiese soñado con todo ello. La gente me caía bien, conecté con ellos automáticamente. Me sentí, y me siento, como en casa. Muy en paz.

¿Qué hace para conservar la armonía en estos tiempos tan difíciles?

Meditación. A mi me cambió la vida. Me enseñó a encontrar la paz y a saber vivir el presente.

¿Qué le enfada?

Que me impongan las cosas. Soy muy rebelde. Por las buenas no doy un problema, pero por las malas no dejo ni terminar la frase. Aunque se me pasa enseguida. Y no me cuesta pedir perdón.

¿Qué le ha hecho llorar últimamente?

No soy muy emotiva y si me saltan las lágrimas suele ser de alegría. La última vez, cuando mi hija (la pintora Maria Forqué) regresó de un viaje.

¿Qué le hace reír?

Mi Manolo. Me río mucho con él. Después de tantos años... Es que eso es tan importante para una pareja.

En la función, al público le hace gracia que fría unos huevos en directo. ¿Es buena cocinera?

Hay cosas que me salen ricas. La tortilla de patata o la pasta, que la preparo de mil maneras. Pero en mi casa somos muy liberales para las comidas. No tenemos horarios. Llega mi hija, tiene hambre, prepara pasta y va por la casa preguntando a quien le apetece. Yo soy vegetariana, pero el resto de la familia no. Y solemos cenar fuera a menudo.

¿Es ave nocturna?

A la fuerza. Justo a la hora en la que me metería bajo una mantita a leer, tengo que estar alerta para hacer la función. Y en algunos lugares se empieza muy tarde, sales a las doce y pico...y entre unas cosas y otras... Pero no madrugo, claro.

¿Alguna lectura recomendada?

Ahora leo ´Contra toda esperanza´. Son las memorias de Nadiezha Mandel stam, esposa del poeta Osip Mandelstam, que murió en un campo de concentración. Es duro, pero maravilloso. La lectura es un vicio para mi.

¿Alguno más?

Me fumo al día dos o tres cigarritos con sentimiento de culpa.

¿Cómo sería su velada perfecta?

Con mi marido, mi hija, mi madre... Si puede ser, con mis mejores amigos, una copa de vino blanco rico en la mano y mirando la luna y las estrellas y su reflejo en el mar. Con mucha alegría y con mucha paz.