Como en muchos lugares de la isla de Mallorca la época del año marca las necesidades de locales comerciales, centros públicos o residencias privadas. Hoy les mostramos un modelo de belleza exportable en su elegante sencillez capaz de adaptarse a las circunstancias sin esfuerzo aparente. El restaurante Casa Vila está situado en la emblemática plaza del Puerto Pollença, un espacio suave y tranquilo en los meses fríos, pero bullicioso y bullanguero en los meses de la temporada alta turística. Se hacía necesaria cierta funcionalidad.

El local se localiza en una esquina , dotando al espacio de oberturas al exterior que regalan luz natural, un buen punto de partida para que la cocina pueda ser disfrutada, no solo engullida, como ocurre en tantos y tantos espacios invadidos por un turismo devorador. En reto consistía en marcar la diferencia desde la primera mirada. Seducir obligando a cambiar la actitud.

El interiorista Felip Polar junto a la diseñadora gráfica Laura Lerycke han realizado un proyecto integral de diseño, es decir han intervenido de principio a fin en la ejecución de la obra contando siempre con la complicidad de los propietarios que entienden que la profesionalidad comienza respetando el trabajo especializado de los demás. Un arquitecto puede ser un buen cocinero ocasional pero es difícil que un cocinero pueda convertirse en un arquitecto o interiorista válido sin los estudios y la experiencia necesarios.

Desde la distribución de interior, elección de materiales, decoración y mobiliario a la imagen gráfica, señalética, detalles de vestuario, cartas del restaurante?Todo, hasta el más mínimo detalle, controlado por este equipo de trabajo para lograr un espacio cálido y acogedor típico de los restaurantes italianos y sin dejar de lado la elegancia mallorquina típica del lugar donde se ubica.

Se contó con grandes firmas, Vidres Garma, Fustería Bialó, Construcciones ORP, Pavimento hidráulico de Almacenes Femenias, mobiliario de Disbalmu para los interiores y de Iaso para los exteriores y las impresiones de Traç Digital para un proyecto de distribución que se basa en eliminar visualmente las grandes columnas centrales e integrarlas en el mobiliario para lograr así la máxima fluidez de circulación y el máximo aprovechamiento del espacio para comensales.

Los diseñadores han logrado su objetivo gracias a la elección de materiales forrando los pilares de espejo y logrando así su máxima ligereza visual. Las columnas se han integrado en el mobiliario sustentando los bancos de roble que marcan el proyecto de distribución.

El resultado es un espacio dividido en tres zonas, creando un orden visual. La primera zona marcada por pavimento de baldosa hidráulica en tonos azules, beige y blanco actúa de recepción y también acoge la única mesa redonda que se sitúa en una gran obertura arcada y posee las mejores vistas del local hacia la plaza.

La parte central del local alberga la zona de comedor donde el pavimento es de roble natural y el techo se ha tratado con una pérgola hecha de lamas de la misma madera dando la máxima calidez a las mesas centrales del restaurant. Por último, la zona más funcional, la barra y los baños se han acabado con la misma baldosa hidráulica que aporta un aire fresco y mediterráneo.

La elección de materiales nobles combinados como el roble natural y la baldosa hidráulica marcan la decoración del local todo ello con un mobiliario que mezcla la clásica silla de cuerda mallorquina con uno de los modelos más vintage típicos de los bares de tapas de los años 60, 70.

Detalles como las mesas típicas del clásico café de sobre de mármol y pie de hierro forjado hacen que el cliente este, se sienta, en un ambiente familiar típico de la zona que siempre ha acogido negocios muy emblemáticos en el Puerto Pollensa, caracterizado desde tiempos pioneros como emblema del turismo elegante y de calidad tan ansiado y al que se busca recuperar.

Ahí radica parte del mérito, una gran parte que merece alabanzas en tiempos de poca inversión.