Los antiguos cortijos, verdaderos microcosmos formados por un complejo entramado de edificios segregados y espacios abiertos, inspiran esta casa, situada en una dehesa de Ávila y destinada a vivienda y explotación agrícola.

Diseñada por el arquitecto Joaquín Torres, del estudio A-Cero, ocupa una finca de casi 351 Ha, con grandes prados al sur, y castaños, robles y pinos en las otras vertientes, donde abundan jabalíes, ciervos y corzos.

La vivienda tiene forma de U y una sola planta, para que se pueda acceder con facilidad al exterior desde cualquier punto. Detalles espectaculares, como los grandes voladizos de las cubiertas, son el contrapunto a las líneas aparentemente austeras de la construcción.

El proyecto ha prestado especial atención a la luz, que llega a través de patios –ayudan a atemperar las condiciones de clima extremo y aportan color y frescura–, ranuras, huecos, lucernarios y aberturas en la fachada. El ala principal se sitúa en la base de la U, donde están las zonas sociales (salón para grandes reuniones y televisión, cuarto de juegos, comedor) y las habitaciones de los niños.

Las zonas de servicio (cocinas, bodega, lavandería, dormitorios del servicio) se ubican en el ala este, mientras que en la oeste se encuentran el dormitorio principal y el de invitados. De este volumen destaca el alargamiento de la cubierta a ambos lados del cuerpo, que da lugar a sendos voladizos que se emplean como porches.

Dos pabellones semiindependientes que flanquean el acceso al patio principal albergan una vivienda para invitados y otra para los guardas. Las instalaciones se agrupan en un volumen independiente, contiguo a la vivienda de los guardas.