Más de quince años comprando juntos lotería, tocó el gordo y llegó la discordia. Tres vecinos de Benidoleig llevaron al banquillo a una mujer acusándola de haberse quedado con un premio de la Lotería Nacional de 1,2 millones de euros correspondiente al sorteo del 23 de octubre de 2014. El fiscal y las tres acusaciones reclaman para ella tres años de cárcel por un delito de apropiación indebida y que se les pague su porcentaje de participación en el número; mientras que la mujer negó haberse quedado con nada porque esos décimos eran suyos y los había apartado antes de celebrarse el sorteo. El juicio quedó ayer visto para sentencia en la Audiencia de Alicante.

Durante más de quince años, la acusada, de 72 años, se encargaba de ir a comprar diez décimos de lotería a una administración de Dénia y después se los revendía al resto, con una comisión del 10% para pagar los gastos de desplazamiento. El grupo cada semana jugaba dos décimos, uno que tenía reservado y otro que iba cambiando aleatoriamente pero tenía que terminar en seis. El 23 de octubre resultó agraciado con el gordo el número acabado en seis que ellos jugaban (el 44.386). Esa, la mujer fue personalmente a decir a sus compañeros que había tocado el gordo, con 30.000 euros al décimo, y llegaron a hacer una fiesta.

La alegría duró poco cuando vieron que la fracción quinta del décimo tenía un premio especial de 1.170.000 euros y que había rumores en el pueblo de que era la acusada quien lo tenía. Primero ella les dijo que uno de sus hijos era el premiado, después descubrieron que el premio especial lo cobró ella. Dos de las jugadoras habían pagado el décimo antes del sorteo y tenían sus papeletas. Ellas no han presentado denuncia y siguen conservando la amistad con la acusada. Los problemas vinieron con los otros tres que recibieron el décimo y lo pagaron tras el sorteo. Según dijeron, como había confianza era una práctica habitual. No había una asignación de las fracciones y éstos reclaman su parte del premio especial.

La acusada aseguró ayer que los décimos que ella se quedó los reservó mucho antes y llevaba en el monedero los que iba a repartir entre el resto. Según su versión, no se enteró de que uno de los décimos tenía un premio especial hasta más tarde. La mujer dijo que ninguno de los otros compradores estaban abonados a estos números. «Los compraba yo, los pagaba yo y los tenía en casa. Algunas semanas ni me pagaban y yo perdía dinero», declaró.