En la más absoluta soledad y sin que nadie se preocupara por ella durante meses. Así ha muerto Amparo Rubio, a sus 52 años, cuyo cadáver fue encontrado el pasado viernes en estado de momificación natural en un chalé de una urbanización de Llíria cuando fueron a desahuciarla. Ha tenido que ser finalmente el «poderoso caballero don dinero» de Quevedo, un lanzamiento judicial por el impago del alquiler, el que destapara su muerte después de vanos intentos por contactar con ella del propietario del inmueble y de la propia policía municipal.

A la espera del resultado definitivo de la autopsia, la cual ha descartado una muerte violenta, se calcula que la mujer falleció hace unos cinco meses. Los únicos que mostraron cierto interés por su estado en todo este tiempo fueron sus vecinos de las viviendas contiguas a su parcela. Éstos se percataron de su ausencia el pasado mes de mayo, cuando llevaban cerca de un mes sin verla salir de casa, y telefonearon a la Policía Local de Llíria para que se pasara por el inmueble por si le había ocurrido algo grave.

«Vinieron varias veces pero tocaban al timbre y como nadie abría se volvían a ir por donde habían venido», explicó Eva, vecina de la fallecida. Aunque asegura que en el mes de abril ya no la veían salir de casa, a principios de junio recuerda haberla visto por última vez con vida. «Salió a barrer la terraza y se metió corriendo al verme», apuntó la mujer.

Sus vecinos reconocen que Amparo era una persona muy solitaria y poco sociable, pero lamentan que nadie haya hecho nada para comprobar si realmente le había pasado algo o, como se ha confirmado ahora, estaba muerta. «La policía nos decía que no podían entrar en la casa hasta tener una orden judicial porque tenían que seguir el protocolo», explicaron.

Así, como ningún familiar denunció su ausencia el cadáver de la mujer seguía poco a poco un proceso cadavérico, que dadas las condiciones de sequedad del habitáculo donde fue encontrada, el baño, derivó en una momificación natural y no en la putrefacción habitual que se da en la mayoría de muertes. A esto contribuyó también que la vivienda estuviera cerrada a cal y canto, con las ventanas cerradas y con las persianas bajadas.

Amparo convivía con varios perros y gatos en este adosado con jardín situado en la urbanización Alt de la Botigueta de Llíria. Fue precisamente la desnutrición de sus animales lo que primero llamó la atención de sus vecinos, quienes temieron que le podía haber pasado algo al comprobar como los dos perros que tenía fuera de la casa, pero dentro de su parcela, perdían más de diez kilos en las últimas semanas. «Los alimentábamos nosotros y les dábamos agua con la manguera», relató Eva, aunque explicó que uno de ellos estaba atado y apenas podían darle de comer.

Viendo que el estado de los dos canes empeoraba y que la dueña no daba señales de vida , en el mes de julio alertaron a la Asociación Sobre Igualdad Animal (ASIA) de Llíria y éstos se hicieron cargo de las dos perras mestizas de pastor alemán y pointer. «Si no las hubiéramos sacado estarían muertas como los otros animales de la casa», confesaba esta vecina.

Varias visitas sin respuesta

Mientras esta protectora se interesaba por el estado de los animales, las visitas al domicilio de la mujer seguían obteniendo la misma respuesta. «Ya ni podían tocar al timbre porque le habían cortado la luz y el agua por no pagar», añadieron estas mismas fuentes, quienes aseguran que después de finalizar el verano también acudieron dos asistentes sociales a la vivienda interesándose por la mujer. Frente a su puerta estaba estacionada su furgoneta, con la que se desplazaba a comprar a la ciudad, y que ha permanecido desde el mes de abril en el mismo punto. Pese a todo, nadie solicitó una orden judicial de entrada en el inmueble pese a los numerosos indicios que apuntaban a un posible fallecimiento de su moradora.

Tuvieron que ser los impagos del alquiler y la ejecución de desahucio la que propiciara finalmente el hallazgo del cadáver en la mañana del pasado viernes. La comisión judicial procedió al lanzamiento de la vivienda, propiedad de una constructora de Llíria, pasadas las diez de la mañana. Este periódico trató de ponerse en contacto con el dueño pero desde su asesoría se negaron a facilitar cualquier tipo de información. Fue en el proceso de limpieza de la casa, en la que se encontraron varios animales muertos, cuando hallaron el cadáver momificado de la mujer en el cuarto de baño. La vivienda permanece precintada hasta que el Juzgado de Instrucción número dos de Llíria esclarezca las causas exactas del fallecimiento, aunque todo indica que murió por causas naturales.