Otro robo que acabó en tragedia. Ella se negó a darle el dinero, y eso le costó la vida. La estanquera de la pedanía murciana de Algezares, Francisca Pérez Martínez, de 67 años de edad, aparecía acuchillada en agosto de 2000 en su vivienda particular.

Su hija la encontró en medio de un charco de sangre cuando se acercó a la casa de la mujer, en la calle San Francisco de Algezares.

La joven, extrañada porque a las nueve y media de la mañana su madre no había abierto todavía el estanco, fue a su casa y la encontró en medio de la cocina, con numerosas heridas de arma blanca en su cuerpo y con un corte profundo en el cuello. El cadáver presentaba heridas típicas de defensa, y la herida que le seccionó el cuello, era mortal de necesidad.

Vecinos de la fallecida, que se reunían con ella cuando terminaba su trabajo, notaron su falta el viernes por la noche. Sin embargo, no pensaron que algo así podía haberle sucedido a la señora.

En la habitación se encontró una bolsa con manchas de sangre que, presumiblemente, habría usado el criminal para guardar los objetos que quería robar a la fallecida, aunque finalmente no se llevó nada. Los investigadores también determinaron que el criminal accedió al hogar tras escalar una tapia de unos dos metros de altura.

Las investigaciones se saldaron con dos arrestos: J. M. P., de 22 años de edad (que al final quedó libre sin cargos) y el de Fernando H. R., ´El Rata´, de 25 años de edad, a quien el juez mandó a la cárcel, después de que reconociese ser el autor material de crimen. Fernando H. R. fue quien implicó al otro joven, según dijo por «enemistad personal y despecho».

No era la primera vez que ´El Rata´ robaba a Francisca Pérez: un mes y medio antes le quitó nada menos que 500.000 pesetas.

La Policía Nacional dio por cerrada la investigación. Una vez reconstruidos los hechos y analizados los restos de sangre encontrados en las zapatillas deportivas y en el dinero presuntamente robado de la vivienda de la víctima, se llegó a la conclusión de que tan sólo podía haber un autor material.

Los agentes manifestaron que el autor del homicidio se preocupó de no dejar huellas: borró las pisadas con una colcha y con una fregona.