Los dos cabecillas, Valentín N.D. y Valeria L.F., de 33 y 35 años y de nacionalidad rumana, se encargaban de instruir al resto de integrantes de la red -normalmente de menor edad- sobre cómo ejecutar robos y hurtos después de haberles ayudado a venir a España y haberles conseguido vivienda. Éstos, a su vez debían entregarles parte del botín conseguido diariamente para saldar la deuda contraída con la organización. Según se desprende de la documentación intervenida por la Policía Nacional en los registros, los subordinados recibían pedidos de diferentes productos, normalmente prendas de vestir, que se anotaban en una agenda bajo los epígrafes de 'falta' y 'pagado'.