En Altered Carbon, una de las últimas series estrenadas en Netflix, inspirada en la novela del mismo nombre escrita por Richard K. Morgan, entramos en un mundo en el que el ser humano ha conseguido cargar su mente -como si fuera un programa informático- en una especie de chip y así pasar de cuerpo a cuerpo, como las serpientes mudan de piel. De hecho, en la serie, los cuerpos han pasado a llamarse 'fundas'.

El weblog de tecnología Gizmodo ha hecho una consulta entre distintos especialistas para ver cuánto nos queda para poder practicar la trashumancia corporal y dejar atrás, no sólo los michelines, sino también el resto del equipamiento carnal. Algunos de los consultados, como Randal Koene, neurocientífico y fundador de la Carboncopies Foundation, lo tienen muy claro: «Nuestra conciencia es una consecuencia emergente de las operaciones llevadas a cabo por la maquinaria biológica del cerebro», así que «si podemos entender esas operaciones e implementarlas, entonces esa nueva implementación volverá a producir la mente y la conciencia».

Fácil; tú mismo puedes subirte a la nube. Bueno, no tan fácil, alertan otros especialistas. Miguel A. L. Nicolelis, profesor de Neurociencia en la Duke University, pide que nos dejemos de tonterías: «Nuestras mentes no son digitales en absoluto, dependen de la información incrustada en el tejido cerebral, que no se puede extraer por medios digitales. Nunca pasará, éste es sólo un mito de la ciencia ficción que no tiene ningún respaldo científico. Sólo disminuye la naturaleza única de nuestra condición humana, al compararla con las máquinas digitales, e infunde miedo a las personas que no saben más».

No podremos cambiar de «funda», pero lo que sí estamos haciendo es utilizar las máquinas para modificar y reparar nuestros cerebros. Uno de los últimos avances en este campo acaba de publicarlo Nature. Es algo así como un marcapasos cerebral que produce un incremento de memoria del 15% en los pacientes donde fue probado. El autor principal de este experimento es un profesor de la Universidad de Pennsilvania llamado Michael Kahana. Utilizó un dispositivo similar al que ya se usa para controlar los temblores del Parkinson o las convulsiones de pacientes con epilepsia; de hecho, el ensayo se realizó con 25 epilépticos que ya tenían estos electrodos implantados.

Experimentos

ExperimentosSimplificando mucho, funciona así: tras medir la actividad cerebral de los pacientes con palabras que recordaban correctamente y con otras que olvidaron, lo que se hizo fue estimular sus cerebros con impulsos eléctricos, induciendo actividad neuronal en el área cerebral donde se produce la memoria cuando la actividad no era óptima y se producían olvidos.

De momento, se trata sólo de un primer paso, pero los expertos ya atisban un nuevo enfoque para tratar la demencia o las lesiones cerebrales. El departamento de Defensa de EE UU ha invertido 70 millones en este tipo de abordaje. Tiene sus motivos: «La lesión cerebral traumática es la herida característica de las guerras de Irak y Afganistán», subrayaba The New York Times en el artículo donde destacaba la importancia de este avance científico.