El matrimonio infantil ha sido prohibido este año en Malawi y Guatemala, con la ayuda de las activistas que han impulsado las reformas legales necesarias para acabar con una lacra que en algunas poblaciones constituía una tradición y, en otras, un negocio para las familias.

Cuatro niñas y jóvenes de ambos países visitan España este mes de octubre invitadas por Plan internacional coincidiendo con la conmemoración del 'Día International de la Niña' que se celebrará el 11 de octubre. Pese a las prohibiciones, sigue quedando pendiente un trabajo para asegurar que se cumple y para educar a la población e impulsar la educación de las niñas para que puedan desarrollarse profesionalmente en igualdad de condiciones.

«En las áreas rurales se sigue dando: por ejemplo que un joven lleva una caja de cerveza, de agua y comida y se lo da a la familia. En lo que la familia se divierte y hace su vida y todo, él se lleva a la niña. La vida de una niña vale una caja de cervezas», ha explicado Estefany, una joven guatemalteca de 20 años, estudiante de Ingeniería Agrónoma y portavoz del movimiento 'Por ser niña' impulsado por Plan International.

Según ha explicado, pese a que la ley prohíbe desde este año el matrimonio infantil (se prohibió en 2015 pero hasta este año no se ha modificado la excepción que lo permitía por decisión judicial) sigue habiendo un problema de desconocimiento de los derechos tanto por parte de las familias como de las propias niñas.

«La familias no saben qué es lo que están haciendo y la niña no sabe que puede defenderse», asegura.

Además, allí donde sí existe esta información (sobre todo en las ciudades) en muchos casos sigue habiendo adolescentes de 15, 16 y 17 años que quedan embarazadas y no terminan sus estudios, o bien matrimonios no oficiales con menores que, aunque esperan hasta los 18 años para casarse, en la práctica las consecuencias son «igualmente terribles», según la organización, porque «se ven forzadas a dejar la escuela y se quedan embarazadas» antes de poder desarrollarse plenamente.

De hecho, Estefany cuenta que de las compañeras con las que comenzó la educación primaria «solamente tres o cuatro están solteras y sin compromisos» y son «solo dos» las que han accedido a formación específica tras los estudios secundarios, en su caso gracias a una beca de Plan Internacional.

Según indica, el principal reto para combatir el matrimonio infantil y los derechos de las niñas es informar a la población, especialmente en las áreas rurales, porque en estas zonas hay que decirle a las niñas «tienes derechos y si tienes problemas o te faltan al respeto es algo penado por la ley». «Las niñas ni siquiera lo saben», lamenta.

En el caso de las zonas urbanas, explica que el problema es distinto gracias a que hay más información disponible, pero aún así continúa habiendo riesgo de embarazos cuando las niñas alcanzan la adolescencia.

«Ahí sí tienen la información y todo, pero si se hace un cambio o no depende de ellos. Nosotros les damos la información pero ellos deciden hacerlo o ignorarlo», explica sobre su trabajo en la organización.

En el caso de Malawi, la abolición legal del matrimonio infantil se ha conseguido gracias a la movilización de mujeres y niñas de todo el país, que impulsaron una recogida de firmas para pedir la prohibición, y que recibió el apoyo de la primera dama del país, Gertrude Mutharika.