El agua es un recurso muy utilizado pero no lo suficientemente valorado. En algunas zonas del mundo en las que escasea es tan valioso como el petróleo o los diamantes. Porque el agua que utilizamos a diario no es sólo la que gastamos al beber, ducharnos, cocinar o limpiar. Todos los productos con los que nos topamos cada día han necesitado grandes cantidades de agua para su fabricación.

La llamada huella hídrica es un indicador medioambiental que define el volumen de agua que necesitamos para producir los productos y los servicios que consumimos casi a diario sin darnos cuenta de lo que en realidad cuestan.

Desde hace algunos años los países utilizan esta huella hídrica para generar consciencia de cómo se utiliza este recurso natural tan importante y tomar decisiones sobre las mejoras que pueden llevar a cabo para evitar su derroche.

Aunque cada persona tiene su propia huella hídrica, en los procesos de elaboración de productos no sólo se contabiliza el uso doméstico del agua, sino también el agrícola, industrial, etcétera. Por eso mismo la huella hídrica puede dividirse en tres partes.

  • Huella azul: Es el volumen de agua consumida por la incorporación o evaporación en el proceso productivo.
  • Huella verde: Está relacionada con el agua de lluvia que lleva incorporado un producto.
  • Huella gris: Es el volumen de agua dulce utilizado para diluir los contaminantes de la misma hasta que la cantidad del agua esté sobre los estándares aceptables de calidad ambiental.

Con esta información varios investigadores han elaborado informes para demostrar que a diario consumimos más agua de la que creíamos. Porque, ¿alguna vez te has preguntado cuánta agua se necesita para que puedas tomarte el vaso de leche del desayuno? Echa un vistazo a la siguiente tabla y sorpréndete.

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Aquí comprobamos cómo el coste de una hamburguesa es mucho más alto que el de otros alimentos, 2.400 litros. Esto se debe a que la huella hídrica abarca desde la alimentación de la vaca, hasta el proceso de producción o el transporte de la carne.

Pero para explicar el método de cálculo de la huella hídrica pongamos como ejemplo algo tan sencillo como una manzana. ¿Se utilizaron 70 litros de agua para regar una manzana? No. De todo ese volumen de agua necesario para producir una manzana, sólo una parte se utilizó para regar el árbol (La huella azul).

Pero hay más. En este caso la huella verde sería el número de litros de agua de lluvia que el manzano absorbía del subsuelo, evaporaba o transpiraba. Y si a eso le sumamos el agua necesaria para diluir los pesticidas, fertilizantes o sustancias más inocuas utilizadas durante el manejo agrario del árbol (la huella gris), tendremos el volumen total.

Pero el número de litros necesarios para producir alimentos se quedan en nada si los comparamos con los que utilizamos para camisetas de algodón (2.000 litros) o un par de zapatos de cuero (8.000 litros). Razón de más para controlar a diario el agua que consumimos y evitar que un futuro escasee. Porque sin agua no hay vida.