El módulo europeo Schiaparelli, que debía aterrizar este miércoles en Marte para analizar su superficie, se estrelló contra el planeta rojo al alcanzar su superficie a mucha más velocidad de lo previsto, informó hoy la Agencia Espacial Europea (ESA).

La agencia explicó en un comunicado que se estima que el aparato, una apuesta científica y tecnológica europea, "cayó desde una altura de entre dos y cuatro kilómetros" de altura, lo que supone "que impactó a una velocidad considerable, a más de 300 kilómetros por hora".

La ESA añade que sus científicos creen que el módulo tuvo "una caída libre mucho mayor de lo planeado" y creen que "los propulsores" del Schiaparelli, que debían frenar su caída al actuar en sentido contrario a la gravedad de Marte, "se apagaron de forma prematura".

"Es también posible que el módulo explotase en el impacto, porque los tanques de combustible de sus propulsores seguramente seguían llenos", dice el comunicado.

La agencia europea subrayó, no obstante, que estas "interpretaciones preliminares" de lo sucedido "serán refinadas tras nuevos análisis".

La agencia añadió que ha podido finalmente desentrañar lo sucedido al módulo, con el que no lograba contactar desde la operación de aterrizaje, gracias a las imágenes de la cámara CTX de baja resolución instalada a bordo del satélite MRO de la agencia estadounidense NASA que orbita en torno a Marte.

En la zona del impacto se pueden ver en la última imagen dos cambios significativos con respecto a fotografías previas de ese punto de la superficie del planeta.

Los expertos creen que una de ellas, la brillante, es el paracaídas del módulo, e indican que la segunda, situada a un kilómetro de la anterior, es una "borrosa zona oscura" de 15 por 40 metros.

Esta alteración de la superficie de Marte podría ser producto del fuerte impacto del Schiaparelli contra el planeta, que arrojó a la atmósfera una nube de material superficial, argumenta en su nota la ESA.

El anuncio, que sigue a tres días de incertidumbres y múltiples esfuerzos por restablecer la comunicación con el módulo espacial, supone un varapalo para las ambiciones de la aeronáutica europea con esta misión.

El Schiaparelli, de 600 kilos, pretendía realizar pruebas científicas en la superficie del planeta durante unos días, además de poner a prueba las nuevas tecnologías europeas de descenso y aterrizaje, concretamente el control de la orientación y velocidad en el contacto con la superficie.

No obstante, la ESA explicó que no se puede tachar de fracaso la misión, ya que el satélite marciano desde el que descendió el Schiaparelli, el llamado ExoMars Orbitador de Gases Traza (OGT), sigue orbitando en torno al planeta rojo.

Este satélite sigue capturando valiosa información sobre Marte y recibió también la abundante información que el módulo le envió durante su descenso, datos que los científicos de la agencia europea están ya analizando.

"Una cantidad sustancial de datos de ingeniería extremadamente valiosos del Schiaparelli fueron enviados al OGT durante el descenso y están siendo analizados por ingenieros día y noche", añade el comunicado.

Está previsto, además, que el año que viene se altere la órbita de este satélite, acercándola a la superficie del planeta rojo, para "estudiar la atmósfera de Marte en busca de posibles indicadores de vida debajo de la superficie".

En concreto, los científicos quieren saber de dónde procede el metano de la atmósfera marciana, ya que este gas se asocia normalmente a la vida, a los procesos biológicos, aunque también surge en pequeña medida por la actividad volcánica o hidrotérmica.

Además, el OGT tiene la misión de "actuar como estación de telecomunicaciones" para otros módulos de reconocimiento de la superficie del planeta que se lanzarán en el futuro, como el ExoMars 2020, que tiene previsto llegar a Marte en cuatro años.

Este proyecto, lanzado el pasado 14 de marzo, supone la última de las más de 40 misiones de distintos países -EEUU, la antigua Unión Soviética, India, Japón y Europa- que desde los años 60 han tratado de alcanzar el planeta rojo, aunque muchas han fracasado.