En su segunda aparición en la Espiga de Oro, David Fernández estuvo muy voluntarioso ante el sobrero de Peñajara, de pinta sarda, que de salida la emprendió con los burladeros. A pesar de que insistió por ambos pitones no pudo conectar con el graderío, dada la poca transmisión del novillo. Intentó cerrar con manoletinas saliendo casi prendido en la última. Concluyó con pinchazo y media estocada, recibiendo la ovación del público.

El novillo tuvo que ser sustituido debido a un daño manifiesto en los cuartos traseros, según manifestó la veterinaria del festejo, María José García: «Pudo deberse a un enfrentamiento con sus hermanos en los corrales».

Muy torero estuvo David Fernández en el segundo de su lote, un novillo con pinta de toro y con dos pitones de esos que sacan las hebras de los pespuntes, sobre todo con la muleta, donde la abrió con ayudados por alto para después citar de lejos y dejar varias series por la derecha y otras tantas al natural de muy estimable trazo. Faena muy torera que sin embargo no llegó a calar en los tendidos y, tras media estocada muy caída, tan solo recibió una tímida petición de oreja. Su rival fue aplaudido en el arrastre.

El venezolano Colombo realizó una faena muy completa a su primer novillo, al que recibió de manera muy torera con el capote. Excelente en el tercio de banderillas, destacando un par al molinillo. Con la muleta tuvo que echar mano de oficio y aguante que a cada muletazo entraba dando tornillazos, aunque el animal tenía movilidad. Finalizó la faena con cuatro manoletinas, estocada muy trasera siguiendo la costumbre de los últimos tiempos. Recibió un apéndice y tuvo petición de segunda, llegando a dar dos vueltas al ruedo, con la posterior bronca a la presidencia por negarle el segundo trofeo.

Volvió a lucirse con el capote Colombo en su segundo, y volvió a calentar el graderío en el tercio de banderillas. El colombiano buscaba la Puerta Grande y, si en el primero inició la faena de muleta a pies juntos y de perfil, en este lo hizo doblándose, pero desde el primer instante el toro se paró y Colombo tuvo que esforzarse para exprimir al toro e intentar sacarle muletazos y naturales, a lo que su rival se negaba, a pesar de la insistencia y el empeño del joven colombiano por amarrar la llave de la puerta de La Caverina. Concluyó con media estocada, teniendo que usar el descabello.

El público le premió el empeño solicitando la oreja, que el presidente concedió de manera muy vehemente.

Poco mostró el almeriense José Cabrera en su primer novillo, salvó el saludo capotero y el tercio, el cual cerró con un par al violín muy ajustado. Con la muleta, utilizó demasiado el pico en su toreo al redondo, no pasando la faena de vulgar, aunque puso mucho empeño. Concluyó de un ´mete y saca´ y estocada caída.

A la salida del tercio, el caballo que había sufrido un auténtico palizón por parte del novillo, salió desbocado yendo a estrellarse contra la barrera, produciendo un grave deterioro en el pilar de sujeción.

En el último de la tarde, Cabrera se estiró con el capote, dejando una serie de verónicas de justo nivel artístico. Pareó al son del pasodoble ´Chiclanera´, interpretado de manera excepcional por la Banda de Calasparra que todas las tardes firma un triunfo. Unas banderillas sin demasiada vistosidad, cerrando otra vez con un par al violín, partiendo desde la barrera hacia los medios.

La faena de muleta la comenzó con doblones para proseguir en el centro del anillo con derechazos ante un novillo que empezó a rebrincarse. Ante tal panorama, el público comenzó a abandonar los tendidos, mientras que el almeriense lo intentaba por la izquierda con el mismo resultado negativo. Cabrera, desesperado, optó por coger el acero.