Desde febrero de 1987 una rosa de los vientos incrustada en la madera de la barra del Sur ha marcado el rumbo de miles de murcianos, hacia este clásico punto de la noche murciana, amantes de la cultura en todas sus vertientes, de la conversación y la amistad, de los cafés, cócteles y las copas bien preparadas hace años por los históricos Antonio y Pilar, Ernesto o Fina.

Desde noviembre de 2013, bajo la batuta de Israel Flores Zurro, con la ayuda de María y Candela, el mítico local de la calle Montijo ha sido ´remozado´ -como le gusta denominarlo a Israel- con un aspecto más lozano, nuevo y moderno, según la definición, pero manteniendo la esencia del antiguo Sur, con los planetas de cristal soplado con estructura de hierro reciclado, obra del escultor murciano Flippy situados sobre la enorme barra de diez metros, que también mantiene su madera tradicional, el mármol de los baños, y la decoración gaudiniana de sus paredes con los mosaicos de trencadís (a partir de fragmentos cerámicos -básicamente azulejos- unidos con argamasa; muy habitual y característico en la arquitectura modernista catalana) similares a los que podemos encontrar en el barcelonés Parque Güell.

El Sur desde sus orígenes ha sido un punto de encuentro de la intelectualidad murciana, fotógrafos, pintores, cinéfilos, escritores, periodistas, dramaturgos, poetas y artistas en general. Lugar de tertulias y de interacción entre los clientes y no ha perdido ni mucho menos esta faceta en su nueva etapa en la que mantienen una intensa actividad cultural. Exposiciones de fotografía (como la reciente de desnudos de gran formato de Antonio Fernandez Saura), de pintura o ilustración cada tres o cuatro semanas (como la recién inaugurada el pasado miércoles de collages de Greta Bungle), presentaciones de libros, cineforums, charlas de divulgación científica o tandem de idiomas como el de alemán que comenzarán tras las vacaciones. Cuentan con un pequeño escenario y pantalla gigante de vídeo que utilizan para fiestas privadas de todo tipo y presentaciones.

El botellero tras la barra ofrece más de sesenta referencias de ginebras, medio centenar de whisquis y unos cuarenta tipos de rones y vodkas. Preparan excelentes mojitos, combinados de cafés como el asiático y su exclusivo Ruso Negro.