A veces medimos el éxito de una persona cuantificando la cuota de pantalla que tenga, tanto en televisión, radio o, ahora más todavía, en redes sociales; y es algo que nos hacen ver desde muy temprana edad. Solemos equiparar al éxito con el famoseo y eso es algo que no debe sostenerse.

Solamente tú podrás definir el éxito según lo vivas; ni en este artículo, ni en un montón de libros, ni en cursos o conferencias se podrá transmitir lo que realmente es.

El sentido que le des a tu vida será el que determine el nivel de tu propio éxito; y tu satisfacción personal lo irá calibrando. Alcanzar metas, objetivos, sueños o deseos, caerte una y otra vez y volverte a levantar, perseverar€ te ayudará a verlo cerca. Tú mismo marcarás el plan y qué hacer para conseguirlo.

Cuando se habla de éxito aparece el esfuerzo, el trabajo duro, el entrenamiento o la práctica, la perseverancia, la constancia, el amor propio€ y sobre todo los valores. Cuando equilibras los tuyos a tus propias acciones, sientes más cercanía a un bienestar que te empuja a lo que quieres conseguir. Se piensa que el éxito es el camino más corto hacia la felicidad; y para nada es así; la felicidad sí es el viaje más maravilloso hacia el éxito.

La gestión de las emociones, la autoconfianza, la salud física y emocional, la autoestima, las relaciones sociales, el presente, la sensación de sentido, la curiosidad, la acción, la superación, etc. podrán darte todas las respuestas acerca del éxito.

Por lo tanto, poco de material tiene alcanzarlo, sino, más bien, todo lo contrario. Es cuestión de cómo lo observes, de cómo lo entiendas y de cómo lo persigas; aunque, como siempre advierto por aquí, no es cuestión de llegar, sino de disfrutarlo mientras llegas.

Y como hay miles de frases acuñadas a este término; evitaré poner una, ya que considero que debes ser tú el que le des tu propio significado.