¿Os ha pasado que por mucho que lo intentamos, casi siempre llegamos tarde a las citas que tenemos? Y claro, nos creamos una ´mala fama´ que nada tiene que ver con nosotros, la culpa es de la falta de tiempo que no nos deja tranquilos, ¿verdad? Siempre hay alguna excusa primorosa que nos viene genial para eludir nuestra responsabilidad y tapar un poco nuestras vergüenzas en cuanto a la falta de gentileza con quien nos espera.

Esos cinco, diez o quince minutos de cortesía€ son ´indispensables´ para poder usarlos como colchón en un horario tan pegado como el que se nos presenta día a día€ Y es que no nos basta con 24 horas. El problema viene al día siguiente; que nos encontramos con los mismos minutos que el anterior€ Y por más que queramos o nos empeñemos, aunque los días fuesen de 50 horas, seguiríamos ahogados por el ´tiempo´.

Y no nos engañemos más, por favor, no es la falta de tiempo el responsable; en más de una ocasión aquí mismo, en esta sección hemos hablado de la gestión temporal y en cómo y qué hacer para dominarlo y para€ por ejemplo; ser puntual. Es algo mental, es querer, es proponérselo, y es hacerlo. ¿O es que todos los días encuentras el mismo atasco, pinchas la misma rueda o te entretiene el mismo amigo por la calle justo cuando te disponías a salir? La impuntualidad es una falta de respeto al que te espera; y una gran falta de respeto a ti mismo; siempre y cuando la tomes como algo que no puedes evitar y que ves imposible mejorar. Nada de eso; sí se trabaja, sí se entrena y sí se puede ser puntual€ si quieres. La puntualidad es una virtud que para muchos ni por asomo pertenece a una escala mínima de valores. Y si no la integras como tal, normal que llegues tarde; pero no importa, te esperan. ¿Qué pasa el día que llegas a tu hora y no te halagan por ello? ¿O el día que llegas tarde y no te esperan?

Existen multitud de estudios psicológicos que nos muestran la distinta personalidad entre las personas puntuales e impuntuales; de las primeras se dice que son organizadas, impacientes, ambiciosas; y de las segundas que son relajadas, creativas, olvidadizas€ Más excusas€ «es que como yo soy creativo pues€». Ni tanto ni tan calvo. Todo esto está muy bien, sin embargo, la respuesta clave, como siempre, la tienes tú; ¿prefieres esperar o que te esperen?