La primera guerra mundial había dejado a las naciones de Europa empobrecidas y ansiosas de resarcirse de sus enormes pérdidas.

Los 21 años transcurridos entre una y otra guerras mundiales, entre 1918 y 1939, representan un período de intranquilidad general, debido al deseo de Alemania de que se revisara el Tratado de Versalles y al movimiento, cada vez más vehemente, de las masas obreras, entre las cuales venía fomentando Rusia el movimiento comunista.

Benito Mussolini y Adolfo Hitler llegan al poder en Italia y Alemania, iniciando una política de expansión territorial y de rearme. En España, el 14 de abril de 1931, se proclama la segunda República.

La vida social en los primeros años treinta está marcada por los estados totalitarios europeos, que viven una etapa dorada de bienestar y desarrollo. Berlín se convierte en el centro cultural europeo. El cine sigue siendo el espejo donde mirarse: Shirley Temple, Marlene Dietrich, Mickey Rooney, Bing Crosy, Clark Gable y Spencer Tracy, triunfan y llenan las salas. En Alemania nace el coche del pueblo. Un coche barato al alcance de todos los bolsillos, un hecho que se hará extensivo al resto de países europeos tras la II Guerra Mundial. El nacimiento del coche utilitario ampliara los horizontes de los ciudadanos, fomentando los viajes turísticos.

En auqellos primeros años de la década de los treinta, los veranos seguían siendo un remanso de paz, ajenos a revueltas callejeras y a los disturbios por llegar: verbenas estivales, cucañas, fuegos de artificio; los pueblos celebran sus fiestas con corridas y sueltas de toros, se festeja a los santos patrones, los enamorados pelan la pava y la gente, feliz, se sumerge en el agua al igual que el avestruz esconde la cabeza.

La moda crea las hombreras y libera a la mujer, que incluso fuma en lugares públicos. Un aire de libertad que durará poco, pues la tragedia bélica se estaba gestando. La guerra civil española sería el ensayo de una larga y sangrienta guerra.