Lleva la concejala Pelegrín casi tantos años en el Ayuntamiento de Murcia como la estatua del Cardenal Belluga acomodada en La Glorieta, es decir, desde el 1999 del siglo pasado. Dicho así, suena a vestigios del paleolítico, pero no, la señora Pelegrín es señora culta y muy protagonista de los tiempos actuales.

Durante este largo período de tiempo, el look de la edil ha sufrido una mutación constante, siempre para mejor. Dicen los políticos de ahora, los que nos gobiernan, que hay que hacer una política cercana, de tú a tú; e incluso se quitan la corbata. Las señoras políticas no se quitan la corbata, ya que no suelen utilizarla. Suponemos que el motivo de prescindir del lazo al cuello no es otro que acercarse en cuanto a la imagen se refiere a las nuevas corrientes populistas que por no llevar, no llevan ni zapatos. Todo lo más, sandalias de dedo.

Hemos ideado para la edil Pelegrín una imagen unida a un viejo oficio muy enraizado con el verano murciano: la de vendedora de polos y chambis. Una profesión que exige amplias camisas y delantales de inmaculado color blanco.

Vestía el pintor Párraga en la canícula del agosto murciano una camiseta en la que rezaba: Murcia, calor y moscas. Se quedó corto el llorado artista ante el infierno que estamos padeciendo en Murcia en las últimas fechas. Por eso, el carrito de los polos, helados y bloques es un buen recurso para refrescar las secciones del periódico, aunque los comerciantes de la zona de Platería y Trapería (los pocos que quedan) sigan ilusionados por el regreso de los toldos que antaño servían para dar sombra a tan populares calles, algo mucho más difícil que ventilar una hoja de prensa. En la plaza de Belluga, se pueden freír huevos en el suelo; en la plaza de Julián Romea, desprovista de sus moreras, sin saber nada de su desaparición, te puede dar un soponcio.

Bienvenida sea a la nueva edil de Comercio y Relaciones Institucionales, mujer inteligente que siempre ha sabido escuchar y llevar a buen puerto sus gestiones municipales.