Llega desde las entrañas ´internáuticas´ la llamada desesperada de Álvaro, a quien una reciente y primeriza paternidad le ha cambiado por completo el apreciado ritmo sexual que tantas satisfacciones le había proporcionado hasta la llegada del retoño.

«No quiero verlo como el causante de mis problemas», se defiende con cierto cargo de conciencia nuestro lector, quien planeó con esmero y entusiasmo agrandar la familia junto a su pareja. «He tenido la suerte de conectar desde el primer día con mi novia en la cama€ o donde hiciera falta. A los dos nos gusta experimentar, pasarlo bien y reírnos mucho de las cosas que se nos ocurre hacerle a nuestros cuerpazos». Una percepción positiva de uno mismo otorga la mitad de la victoria.

«Durante el embarazo mi chica y yo no nos hemos privado de nada. Es verdad que las primeras semanas nos daba un poco de miedo perjudicar al garbanzo con nuestros juegos eróticos. Al confirmarnos que la preñez iba de perlas, nos fuimos despreocupando más y más hasta alcanzar, diría yo, el mejor sexo que jamás hayamos tenido». Claro, por qué no. Los bebés ni sufren ni están provistos de visillo a lo José Mota, sólo hay que adaptarse a los cambios físicos, una gran excusa para probar cosas nuevas.

«Pero fue nacer mi hija y mi chica pasó de cien a un rotundo cero. Si le toco el pecho le duele, así que casi me obliga a ponerme guantes de seda para darle cuatro caricias de las que ni me entero; si le mordisqueo la nalga le duele, dice que pasa tanto tiempo sentada dando pecho a la niña que en lugar de trasero tiene dos placas candentes; si trato de penetrarla le duele, necesitamos litros de lubricante y aun así le cuesta horrores culminar con satisfacción€ por no hablar de un leve gemido doliente que me quita las ganas hasta de vivir».

«¿Se acabó el buen sexo con mi mujer? ¿Ya no querrá saber más de mis virtudes como amante? ¿Tendré que tirar a la basura nuestra extensa colección de juguetes eróticos?». Lo dudo, aunque os quedan por delante unos meses para recuperar la fogosidad acostumbrada.

Piensa diferente, be water my friend. Te sugiero suscribirte al 69, dulces masajes con aceites aromáticos, la masturbación bilateral y, si no lo habéis practicado antes, introduciros en el interesante mundo del sexo anal. En unos meses las hormonas volverán a niveles suficientes, la vagina dejará de ser un resecado y desinteresado desierto y tu chica te volverá a suplicar que le comas los pechos como si fueran el último manjar en la tierra.