Desde el faro de Ajo se ven galernas imponentes. El Cantábrico se tambalea durante unos minutos con roladas de vientos y tormentas de agua y arena. En el poco tiempo que dura el fenómeno han nacido tres moscas norteñas.

Con la borrasca acaban en el mar. Está fría el agua y uno de los dípteros no lo resiste y muere. De las restantes, una remonta el vuelo pero es arrastrada por un torbellino y se da por desaparecida. La tercera, empeñada en no ser insignificante, toma al asalto el faro y desde allí crea un ejército de compañeras atrincheradas. Han decidido hacerse escritoras cojoneras hasta la próxima galerna: la tempestad distribuirá este verano sus pasquines incendiarios por la península.