Nada surge del vacío, una nueva idea reposa en una anterior, idea basada, a su vez, en otra. No existen culturas independientes e inconexas. Evidentemente ocurre lo mismo con las actuales teorías de la restauración, cimentadas en las consideraciones de teóricos como Viollet le Duc, Jhon Ruskin, Alois Rielg, Camilo Boito, Gustavo Giovannoni o Cesare Brandi.Boito, arquitecto italiano de finales de siglo XIX y principios del XX, sintetizó, de las teorías de sus antecesores (Ruskin y Viollet-le-duc), la llamada 'restauración filológica', que aceptaba la intervención restauradora como aquella tarea que debe realizarse una vez que todo intento de conservación ha sido vano. Tras Boito es Cesare Brandi el ideólogo que concentra y fusiona todas las aportaciones anteriores para concebir una Teoría de la Restauración mediante útiles aportaciones a las diferentes Carta del Restauro, surgiendo el movimiento conocido como 'Il Restauro Moderno'. Actualmente, son muchos los restauradores que aplican su metodología profesional siguiendo lo estipulado por Boito y Brandi. Pero tales bases teóricas solo servirán para acotar las intervenciones dirigidas a la aplicación de las diferentes tareas científicas, que sin un peso teórico serían inabarcables o sin criterio.

Por otro lado, la dimensión crematística de la cultura ya fue vislumbrada desde los mismos orígenes de la ciencia económica, pero hasta mediados del siglo pasado no se consolidó como una materia con entidad propia en los estudios económicos. Los fenómenos de la creación, producción, distribución y consumo de los bienes y servicios culturales, poseen sensible valor económico en el entorno en el que se desarrollan. Los estudios de W.J. Baumol y W. G. Bowen, autores del libro 'Performing Arts- the Economic Dilemma', obra en la que se valora la cultura y sus representaciones como una industria productiva.Sin entrar en la faceta espiritual del asunto.

La Semana Santa es una de las muestras culturales con mayor impacto económico en las poblaciones en las que se celebra. El patrimonio cofrade no sólo está compuesto de tronos y tallas polícromas, es mucho más: el bordado, la orfebrería, la música, el exorno floral... Todas ellas actividades que dependen en gran medida de la celebración de las procesiones. Pero el impacto de una singular actividad favorece notablemente a otros sectores, como el turismo o la hostelería.

Los criterios de conservación y su aplicación en el patrimonio cofrade aseguran el mantenimiento de uno de los pilares que sustentan la celebración de la Semana Santa. Por tanto sería necesaria la 'profesionalización' de los responsables del patrimonio de las cofradías que favorezca la correcta actuación mediante la planificación de los tratamientos a aplicar y el desarrollo de actuaciones encaminadas a la prevención de la degradación. Con esto no quiero decir que los miembros de una hermandad deben ser expertos, pero si deberían contar con asesoramiento continuo de especialistas.

Evidentemente los propietarios legales de los bienes intervinientes en la Semana Santa suelen ser las propias Cofradías, pero esta propiedad puede ser considerada repartida con el resto de los ciudadanos, ya que conforman parte de su identidad como pueblo. La responsabilidad del mantenimiento del patrimonio cultural cofrade no debe recaer exclusivamente sobre los hombros de las agrupaciones, hermandades o cofradías. Debe ser la sociedad en su conjunto la encargada de coadyuvar al mantenimiento de unos bienes que son de todos.