En Lorca se respira Semana Santa. Escaparates adornados con los colores de los pasos, las calles y terrazas llenas de gente, las iglesias repletas de fieles y visitantes, tronos e imágenes captadas cada pocos segundos. La mañana del Jueves Santo es un no parar. ´Los Encarnados´, con su comitiva y portando su bandera, llegan al Ayuntamiento de la localidad dispuestos a invitar al resto de cofradías y a los lorquinos a la Procesión del Silencio.

Ya entrada la tarde, y tras los preparativos, las cofradías empezaron a salir a las calles. La Cofradía de Nuestro Señor Jesús Nazareno el Cristo del Perdón (Paso Morado), salió de la Iglesia Parroquial del Carmen, ya restaurada tras los terremotos, recorriendo las principales calles de Lorca hasta llegar a la Avenida Juan Carlos I, dónde sus imágenes, entre ellas La Santa Cena, fueron veneradas por cientos de fieles. El paso Morado tras su recorrido por la carrera y su respectiva recogida de tronos, participa con la adhesión del Cristo de la Misericordia en el tradicional Vía Crucis, que regresó a su Ermita Central del Monte Calvario.

El fervor, el ruido, la devoción, todo se entremezcla en la carrera. Caballos y carros que escenifican la dominación de varios imperios de la Antigüedad sobre Israel además de la representación de escenas bíblicas con la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo hacen única a la Semana Santa lorquina. Y es que los palcos tiemblan aún más, y las gargantas se desgañitan con piropos, cuando aparece Ptolomeo IV desfilando como auriga de una biga triunfal, y portando un espectacular manto, inspirado en su parte central por la batalla de Issos entre Alejandro Magno y Dario III.

La emoción azul también se desbordó cuando hizo su aparición el Cristo de la Coronación de Espinas, escoltado por la Caballería Romana, compuesta por once jinetes, en formación y con banderines bordados.

Siete mantos de estreno

Pero sin duda, este año los miles de ojos de los asistentes se dirigieron al gran estreno de la Archicofradía de Labradores, Paso Azul, la Nueva Caballería Egipcia, que consta de siete mantos, y cuyos títulos son: José ante el Faraón, la Muerte de los Primogénitos, Éxodo, Las Pirámides, Nut, Osiris, y Cleopatra. Los cortes y grecas son obra póstuma de Joaquín Gimeno, y los motivos centrales en sedas inspiradas en la pintura victoriana del siglo XIX y los grabados de Doré, pertenecen a José López Gimeno y Joaquín Bastida,y han sido elaborados bajo la dirección de taller de Cristóbal Leal.

El color blanco de los pañuelos alzados inundaba los palcos de la carrera, música ´vivas´, alegría, mientras suena su himno, la hermandad del Paso Blanco levanta a la multitud , y el júbilo de los presentes al ver desfilar a su ´Reina de Saba´ con traje nuevo este año.

Mucha espectativa se generó también en la nueva versión del manto del ´Anticristo´, el más grande de la Semana Santa de Lorca, que cuenta con una superficie de 24 metros cuadrados y que se podía ver a su paso por la carrera casi en posición vertical. Lo hace posible la carroza que también es una novedad de la hermandad blanca y que está inspirada en la arquitectura gótica. El manto original fue dirigido en 1974 por el pintor Manuel Muñoz Barberán, bordado en oro y sedas sobre terciopelo negro, y en esta nueva versión se han traspasado a un nuevo soporte de este material los seis medallones que lo componen. Unos elementos dotados de una gran fuerza expresiva y que fascinan a su paso por la carrera.

La religiosidad y el respeto, se palpan en el ambiente cuando hace su aparición el Cristo del Rescate al que acompaña La Legión. Otra de los tronos más venerados, admirados y queridos por los Blancos es el de La Oración en el Huerto, y que representa fielmente el estandarte, de principios del siglo XX, que lleva su nombre y que es una de las obras maestras del bordado lorquino.