Y con la llegada de la medianoche el silencio se rompió en Mula. Miles de personas, entre tamboristas y visitantes participaron ayer en la gran Noche de los Tambores, uno de los festejos más populares y multitudinarios de la localidad que tuvo su eje central en la plaza del Ayuntamiento y calles aledañas. Era el momento de encuentro y regreso a la localidad de todos aquellos que llevan tiempo fuera y una excusa para vivir la Semana Santa muleña.

Un amplio dispositivo de seguridad y emergencias, incluido un hospital de campaña, estaban preparados para cualquier emergencia en una jornada que arrancaba ya por la tarde, cuando, tras poner a punto el tambor, los muleños fueron concentrándose en peñas, con familiares o amigos, para cenar antes del arranque de la fiesta.

La plaza del Ayuntamiento iba acogiendo a los tamboristas a medida que se aproximaba la medianoche y, cuando faltaba poco para las doce campanadas, la zona era un hervidero de túnicas negras y tambores. De repente, el silencio que precede a la llamada a la tamborada se adueñó de la plaza, mientras un latido artificial de fondo se entrelazaba con el de los propios tamboristas.

Las campanas de la torre del reloj anunciaban el comienzo de la fiesta, momento en el que el ruido atronador de centenares de tambores se adueñó de la ciudad. Y así seguirán hasta las cuatro de la tarde de hoy, cuando la pasión y el fervor dejen paso a la procesión de Miércoles Santo.