El recogimiento que impone la procesión de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Fe queda patente el Sábado de Pasión en el transcurso de su recorrido, que tiene un marcado carácter penitencial. Sus 120 nazarenos salen a la calle a las seis de la tarde desde la iglesia de San Francisco de Asís con túnicas de terciopelo en un marrón oscuro, similar a las utilizadas por los frailes, y cíngulo blanco al lado derecho (como San Francisco). A la espalda lucen un bordado con las iniciales de la Cofradía y en la cabeza llevarán un capuz estilizado que recuerda al hábito capuchino, portando cruces o cirios.

La Cofradía tiene dos imágenes, la del Santísimo Cristo de la Fe, realizada por el escultor Antonio Dorrego hacia 1959 y, desde el año pasado, la de Santa María de los Ángeles, de Antonio Jesús Yuste, imagen que vuelve a salir este Sábado de Pasión a las calles de la ciudad de Murcia a hombros de sus estantes.

La salida del Cristo del templo resulta algo peculiar, ya que el reducido tamaño de la puerta de la iglesia no permite que salga el trono con la imagen. Por ello, los cofrades sacan el trono y la imagen por separado y, ya en la calle, el Cristo de la Fe es izado con dos cuerdas y desciende desde una ventana ante una multitud de fieles y es colocado en el trono, ya en la puerta del templo de San Francisco de Asís, conocida como de los Padres Capuchinos.

El acompañamiento musical tiene un papel destacado en la procesión de este año. La Virgen va arropada por los tambores de la Cofradía, mientras que el Cristo está acompañado por los miembros de la banda de música Virgen de las Penas de Úbeda, que repite después de que participara por primera vez el año pasado.

Durante el recorrido, la procesión hace una parada en el convento de las Anas, sede de la Cofradía del Rosario, donde las monjas de clausura se asoman para verla y donde le cantan los miembros de la Coral del Colegio San Buenaventura. Tras lo que retoma su itinerario bajo la calidez del resplandor de la velas.

A su regreso a la iglesia de San Francisco de Asís se hace un encuentro en la puerta de la parroquia de las dos imágenes, donde se le canta una saeta y tras la cual los hermanos Capuchinos sostienen la cruz, sacada de su trono, hasta que los cofrades la izan de nuevo para llevarla al altar de la iglesia, donde los nazarenos de la Fe aguardan en solemne silencio.