Paseando las arriscadas callejas de Moratalla que suben hasta el castillo, el viajero siente un silencio medieval, como si el tiempo se hubiera detenido. Se suceden los adarves, las barandas y revueltas, los balcones de forja, los cercos de las ventanas y los aleros pintados de alegres colores. La vida discurre plácida y silenciosa, como un regalo, ajena al vértigo de las grandes ciudades.

Moratalla comienza sus festejos más importantes el 11 de julio, en honor a su patrón, el Cristo del Rayo. Cuenta la leyenda que el mismo día de 1621, estando la iglesia llena de fieles, un rayo impactó en la imagen de un Cristo Crucificado sin que ningún vecino sufriera heridas. Durante las celebraciones destacan desfiles huertanos, ofrendas florales, procesiones y fuegos artificiales, aunque lo más esperado y representativo de las fiestas patronales son los encierros de reses bravas, que atraen a público de todos los puntos de la Región.

Éstos se celebran al modo tradicional, es decir, recorriendo el ganado bravo la vereda, campo a través, en compañía del cabestraje, de los gañanes a caballo y de numerosos mozos a pie, en una comitiva campestre. Hay quien prefiere salir a esperarlas y acudir a determinados puntos del recorrido para ver pasar el encierro antes de su entrada en el pueblo. Durante siete días, las estrechas calles se convierten en escenario de emociones para los mozos que corren, sin más limitaciones que su propio valor.

Recorrido monumental

Moratalla posee un rico patrimonio histórico y cultural muy bien conservado. Por el municipio el viajero puede realizar un recorrido monumental por iglesias y ermitas a lo largo de varios siglos. Además del Castillo fortaleza y el de Benízar, destacan la parroquia de Santa María de la Asunción, anterior al siglo XV; la ermita de Santa Ana, de principios del siglo XVII; el convento de San Francisco, que es la antigua ermita de San Sebastián reconstruida en el siglo XVI, y la ermita de la Rogativa. Ésta es quizás una de las edificaciones que más impresiona al visitante por su enclave geográfico, entre el Pico de Revolcadores (con 2.027 metros de altitud), el Servalejo y Peña Jarota (1.946 metros) que se eleva como curioso centinela de roca viva.

Otras construcciones que el turista no puede dejar de visitar son el puente de Jesucristo y el puente de Hellín, los más antiguos de Moratalla todavía en uso. El primero fue construido sobre la Rambla de Aludio en 1562, y el segundo, de origen romano, se reconstruyó en 1548 sobre el río Alhárabe, en el antiguo camino que comunicaba con la vecina localidad de Hellín, con la que Moratalla mantenía relaciones comerciales.

Actualmente el puente todavía se mantiene en buenas condiciones y sigue siendo utilizado por los agricultores para dirigirse a diversos parajes de la huerta.

Por último, el monasterio mercedario del siglo XIX, la Casa de Cristo, acogerá al viajero en un halo histórico. Actualmente el edificio, totalmente restaurado, alberga el Centro de Interpretación del Arte Rupestre.