La ciudad de Cartagena ha tenido desde los imperios clásicos un papel fundamental en la defensa de la Península Ibérica. De ahí su vinculación histórica con el ejército y la marina. Estas circunstancias llevaron a los conquistadores de la ciudad a fortificarla, aplicando en cada momento las últimas innovaciones militares. Todo ello ha quedado reflejado en un valioso y extenso patrimonio histórico defensivo que, a modo de un gran museo al aire libre, da cuenta de la evolución de la historia militar mundial.

La mayoría de estas fortificaciones dejaron de tener su función práctica hace décadas, e incluso siglos. Otras fueron abandonadas tras la puesta en marcha del Plan Norte, aunque todavía existen algunas instalaciones de interés patrimonial en activo. En su conjunto suponen un atractivo turístico que incluye además destacadas piezas de la denominada arqueología industrial. La estratégica ubicación de estas instalaciones supone la posibilidad de contemplar excelentes vistas y disfrutar de espacios naturales únicos.

De visita obligada es el Castillo de la Concepción, situado en el monte del mismo nombre. Se trata de una fortaleza medieval cuyo origen se remonta al de la ciudad. Es conocido como el 'Castillo de los Patos' tras su acondicionamiento como Parque Torres, en el siglo XX. Los materiales con los que fue edificado proceden en gran parte de otras construcciones que existían allí en los tiempos en que la ciudad fue colonia romana. El objetivo de la fortaleza era la vigilancia y defensa de la ciudad y la bahía.

La ruta de las construcciones defensivas tiene parada en el Fuerte de Navidad, situado junto al faro igualmente llamado. Se construyó en la década de 1860 para defender el interior del puerto, la ciudad y el Arsenal del ataque de las flotas enemigas. El edificio es de estilo neoclásico y alberga el Centro de Interpretación de la Arquitectura Defensiva de Cartagena.

El litoral de la comarca de Cartagena ha estado jalonado, desde el siglo XVIII, por otras baterías militares que, como la del Fuerte de Navidad, controlaban los accesos y defendían a la ciudad de los ataques desde la costa. El avance de la artillería naval, con disparos cada vez más profundos y potentes, hizo que este despliegue constructivo fuera cada vez mayor.

A las primeras baterías de costa, circunscritas al ámbito de la bocana del puerto, se fueron añadiendo otras, cada vez más alejadas, desde las que mantener a la plaza fuera del alcance del fuego enemigo. Ejemplos de ellas son las del cuartel defensivo de Fajardo, Cenizas, Castillitos, San Isidoro y Santa Florentina y La Parajola.

De gran interés son también las torres vigía, tal vez las construcciones defensivas más desconocidas. En los siglos XVI y XVII se construyeron a lo largo de toda la comarca de Cartagena un buen número de ellas, que permanecieron en activo hasta el siglo XIX como instrumentos de defensa ante los ataques de los piratas berberiscos. Algunas estaban situadas en la costa, como lugar de refugio de pescadores, y otras en el interior del Campo de Cartagena, para cobijo de campesinos, a la vez que servían de repetidores de las señales de peligro realizadas desde la costa.

La playa de La Azohía conserva, junto a una bien dotada infraestructura turística, el caserío marinero tradicional. Allí se sigue utilizando, entre los meses de marzo y julio, la almadraba, un arte de pesca de origen moruno con el que se capturan especies tales como el atún, el bonito, la melba y la lecha.

Uno de sus puntos de mayor interés es la denominada torre de Santa Elena. De planta hexagonal y con dos cuerpos, su construcción se remonta, al menos, a los años finales del siglo XVI, bajo el reinado de Felipe II. Su finalidad era dar resguardo a los pescadores de La Azohía y servir de atalaya para prevenir de la presencia de piratas en sus costas.

Además de esta construcción, en la actualidad, dentro del municipio de Cartagena, se mantiene en pie la torre del Negro (El Algar), la del Moro (Cuesta Blanca) y la Rubia (Molinos Marfagones), informa la web www.cartagena.es.